Uno de los mejores amigos de Ernesto Guevara narra cómo dejó la comodidad de su consultorio médico para ir a combatir junto al mítico Guerrillero Heroico
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Oscar Fernández Mel es general retirado del ejército cubano. En 1976 participó en el I Congreso del Partido Comunista de Cuba, siendo uno de los miembros fundadores y elegido miembro de su primer Comité Central. Ese mismo año fue nombrado presidente del Poder Popular de la Ciudad de La Habana (alcalde) donde ejerció este cargo hasta 1986. Luego fue embajador en Londres y en Finlandia. En la actualidad Oscar Fernández Mel está jubilado y vive en La Habana. Con sus 86 años cumplidos el 24 de marzo de este año y con una memoria prodigiosa, nos cuenta sus vivencias con su amigo el Che Guevara desde la Sierra Maestra hasta el Congo.
-¿Cómo fueron sus inicios en la lucha revolucionaria?
-Comencé mi militancia en el movimiento estudiantil universitario y me vinculé con el Directorio Revolucionario, especialmente con el Movimiento 26 de Julio. Al terminar mi carrera de médico ortopédico puse un consultorio y me iba muy bien. Al enterrarme de que en la guerrilla necesitaban personal sanitario, me trasladé hasta Sierra Maestra, donde me incorporé a la lucha armada. Fui combatiente de las Columna 1, aunque mi principal responsabilidad fue la de médico de la guerrilla.
“Conocí al Che un 10 de mayo en el campamento de La Plata, después de un bombardeo desde el aire por las fuerzas del ejército del dictador Fulgencio Batista. Yo por aquel entonces tenía 25 años.
Me tocó acompañar en una ocasión al Che en un recorrido en el jeep. Recuerdo que el Che tomó el volante y lo condujo a gran velocidad por un estrecho camino de tierra bordeado por precipicios. Yo estaba nervioso y me dijo que no debía preocuparme, pero agregó: -ahorita cuando lleguemos te voy a contar una cosa. Cuando llegamos, el Che me dijo que era la primera vez que conducía un automóvil.
Era verdad. Con su antiguo amigo Alberto Granado había aprendido a conducir una moto, pero jamás se había sentado detrás del volante de un automóvil”.
-¿Cómo empezó su amistad con el Che?
-A medida que me fue conociendo, me fue tomando aprecio, aparte de la afinidad de ideas, teníamos en común la misma profesión, la medicina. Esto seguramente también ayudó a profundizar mi amistad. Cuando el Che ya había logrado una cierta confianza -cuando la oportunidad de la guerra lo permitía- me hacía algunas bromas sobre mi condición de pequeño burgués que terminaban siempre en risas.
-¿Cómo era la actividad del Che en Sierra Maestra?
-El Che se convirtió en un símbolo de la guerrilla. En poco tiempo era casi un mito, ya que todos hablaban de la valentía casi temeraria del argentino. Era audaz en sus acciones, muy disciplinado con él y con sus subordinarlos. Imponía respeto a pesar de ser extranjero. Muchas veces su enfermedad le hacía pasar momentos muy difíciles pero él seguía adelante como si no pasara nada.
-¿Desde aquel momento usted no se separó del Che?
-Aparte del vínculo amistoso que comenzábamos a tener, yo cumplía tareas médicas y militares. Aunque estaba de forma constante a su lado, en los distintos traslados. En los momentos libres hablábamos de todos los temas. El Che tenía una cultura muy amplia, siempre estaba leyendo algún libro.
“Posteriormente Fidel le dio la orden de conformar la Columna Invasora Ciro Redondo y partimos para la zona del Escambray, para luego trasladarnos a tomar Santa Clara.
-¿Cómo fue aquella verdadera hazaña?
-El viaje fue realmente una epopeya. Asediados por el ejército, el Che logró en las peores condiciones climatológicas, terrenos fangosos, sin casi alimentos, conducirnos hasta la Provincia de Santa Clara.
-¿Es cierto que usted le presente a Aleida March al Che?
-Sí es verdad. Aleida March por aquello tiempos era militante del Movimiento 26 de Julio en Las Villas y fue enviada con dinero a la Sierra. Ella se presentó en El Pedrero. Era de noche. Fui el primero en recibirla, estaba también en el grupo Alberto Castellanos y Harry Villegas. Aleida era una muchacha muy guapa y joven. Los más osados se atrevían a preguntarle si era la novia de alguno de los recién llegados. Muchos no le sacaban la mirada de encima. Pasaron unas horas y el Che la recibió. A partir de allí comienza la historia de Guevara y Aleida, que termina en casamiento meses después.
-¿Tras ganar en Santa Clara relátenos el viaje victorioso hacia La Habana?
-Con el triunfo de la batalla de Santa Clara el comandante Fidel Castro les indica el 2 de Enero de 1959 al Che y a Camilo que sus columnas se debían dirigir a La Habana. Camilo tenía que ocupar el cuartel de Columbia y el Che, La Cabaña. Mientras Camilo es el primero en llegar a La Habana el Che lo hace en la madrugada del día 3. El cuartel contaba con 3.000 efectivos los cuales se habían rendido ante los milicianos del 26 de julio.
“Antes de llegar a La Habana se realizaron en varias localidades actos populares donde el Che hablaba ante la gente que acudía masivamente a vitorear nuestro paso por aquellos lugares. Antes de entrar a La Habana, el Che me pidió que yo fuera el guía de la entrada y que lo hiciéramos de forma discreta, para reservarle a Fidel su entrada victoriosa. La mayoría de los combatientes no conocían La Habana, eran todos del interior. Así que el único de la comandancia era yo que la conocía a fondo por haber estudiado y vivido en la ciudad. Es así que me tocó organizar la entrada a La Habana.
-¿Cómo fue la entrada a La Cabaña?
-Al llegar a la Cabaña, la tropa de Batista estaba desarmada en formación para recibir al nuevo comandante de la guarnición. Guevara se reunió con el jefe del Cuartel, el coronel Manuel Varela Castro, militar de la corriente legalista, también llamados “puros”, que no compartían las posiciones de Batista. Después de recibir el mando el Che, nos instalan en la casa que tenía dentro de la fortaleza el teniente coronel Fernández Miranda, que había huido del país. Allí empecé a ser el asistente del Comandante Che Guevara.
Mel relata que cumplió esa tarea hasta 1963, cuando se casó con la famosa actriz Odalys Fuentes y el Che fue su padrino de bodas.
-¿Cómo fue que se traslada al Congo?
-En los años 60, fui nombrado Jefe del Estado Mayor del ejército occidental de Cuba. En septiembre de 1965 me informan que tenía que realizar una misión internacionalista junto al Che. Recibo la noticia cuando estaba con Odalys de vacaciones en Varadero. Antes de saber mi destino pensé que se trataba de una misión a América del Sur, dado el deseo constante del Che de apoyar las luchas revolucionarias en este continente.
Llegué primero a Dar-Es-Salam, Tanzania, donde conocí a Kabila, quien recorría la ciudad en un lujoso Mercedes Benz haciendo ostentación de poder. Posteriormente me trasladé con otros compañeros en una embarcación a Kimbamba para encontrarme con el Che.
-¿Por qué el Che decide retirarse del Congo?
-La situación era insostenible, era imposible continuar arriesgando la vida los internacionalistas cubanos. Los acontecimientos forzaron la decisión amarga del Che de retirarse del Congo con la tropa que aún le quedaba bajo sus órdenes. El 21 de noviembre de 1965, cuatro días antes de la instauración del control absoluto de Mobutu en Leopoldville, la capital congolesa, la Columna Internacionalista de más de un centenar de combatientes encabezada por el Che, ante la petición del gobierno de Dar-Es-Salam y de los dirigentes congoleses del Frente Este, emprendió la retirada del Congo y cruzó el lago Tanganica hacia Tanzania.
-¿Usted se quedó en el Congo?
-Me quedé en Kigoma donde estaría casi cuatro meses para encontrar a los cubanos que se habían perdido.
-¿Cuándo se reencuentra con el Che?
-En marzo de 1966, lo visito en la residencia diplomática de Cuba en Dar es Salam. Allí el Che me leyó los párrafos del Diario que estaba escribiendo sobre su experiencia en el Congo. Luego regresé a Cuba, llevando los manuscritos de “Pasajes de la Guerra Revolucionaria: Congo”. Esa fue la última vez que lo vi. Guevara se trasladó a Praga y desde allí regresó a Cuba para prepara su viaje a Bolivia.
-¿Usted sabía que el Che estaba en Bolivia?
-Yo sabía que su intención era organizar la guerrilla en América Latina. No sabía en qué país empezaría. Él siempre me decía que quería hacer la Revolución en su país. Yo en conversaciones privadas me ofrecí siempre a ser parte de su contingente. Aunque el Che en ese sentido era muy estricto a la hora de elegir los integrantes de una misión. Yo para aquel entonces no contaba por la edad con las características que necesita tener un guerrillero.
-¿Cómo valora al Che, cuando se cumple el 50 aniversario de su asesinato en Bolivia?
-Sin ninguna duda el Che fue una de las grandes figuras del XX. Fue un revolucionario cabal. Su figura se agiganta con el tiempo y sus ideales son bandera de lucha en todo el mundo.