La semana pasada los residentes de la ciudad colombiana de Cartagena fueron sorprendidos por una enternecedora escena: en el barrio de Olaya Herrera paseaba una perrita criolla con un mono capuchino en su lomo. Se cree que el simio apareció en la ciudad tras ser abandonado por quienes lo sacaron de su hábitat natural.
La inusual pareja se volvió inseparable luego de que la perrita adoptara al mono como si fuera su propio cachorro y no un representante de una especie distinta. La perrita se había convertido en madre semanas atrás, y el mono se coló de alguna manera en el proceso de maternidad, señala la revista colombiana Semana.
Los uniformados trataron de atender a cada uno de manera individual, pero los intentos de separarlos solo generaron agresión y el mono se apresuraba a aferrarse a su madre adoptiva. Decidieron reubicarlos en un sitio donde ambos estuvieran a salvo.
Enrique Zerda, etólogo de la Universidad Nacional, comentó a la radio Caracol que el vínculo establecido entre la perra y el mono capuchino se llama impronta y es irreversible una vez que se produce en el cerebro de un animal. Sostiene que el simio no sobreviviría la separación y, además, en la selva podría ser rechazado por los representantes de su especie.