Hace mucho tiempo, cuando los años aún no se numeraban, los invasores del norte intentaron entrar a Vietnam por cierta bahía, y el Emperador de Jade llamó a una familia de dragones en defensa de su tierra.
Cuando la flota enemiga estaba ya dentro de la ensenada, los pavorosos reptiles comenzaron a bombardearla con joyas, piedras preciosas y rocas de jade, hasta hundir o poner en fuga a los navíos enemigos.
Consumada la victoria, los insólitos proyectiles se convirtieron en cientos y cientos de islas e islotes que, al unirse, formaron una gran muralla que hizo inexpugnable a esa bahía, desde entonces llamada de Ha Long -“dragón descendente”.
Quien dude de la veracidad de la leyenda, vaya a la norteña provincia vietnamita de Quang Ninh, donde podrá apreciar la belleza incomparable de esas más de dos mil moles calcáreas de diversos tamaños que, agrestes como espalda de dragón, rasgan las aguas turquesas.
Hay solo dos sitios en todo el planeta que son a la vez Patrimonio de la Humanidad y Maravilla Natural del Mundo. Este es uno de ellos, y el otro, el río subterráneo de Puerto Princesa en la isla de Palawan, Filipinas.