El polaco Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, preguntó durante la Cumbre de 28 países en Sofía (Bulgaria): "¿Con amigos como Trump, quién necesita enemigos?".
De nada sirvió la cálida 'relación corporal' del presidente galo, Emmanuel Macron, con Trump, repleta de besuqueos, manoseos y apapaches para disuadir al pugnaz presidente de EEUU de no renegar del creativo acuerdo nuclear de Obama con Irán.
Por cierto, Macron ha visto derrumbarse su popularidad debido a sus acrobacias emocionales con Trump, que no impidieron la ruptura con Europa.
Audio: Trump y Macron: amigos con derechos
Tampoco la canciller alemana, Angela Merkel, ni el extravagante secretario de Relaciones Exteriores del Reino Unido, Boris Johnson, pudieron convencer a Trump de no renegar el acuerdo con Irán.
Ya Trump había fustigado a la OTAN por "anacrónica" y castigado verbalmente a sus miembros europeos por no contribuir suficientemente en la participación de su defensa militar.
La guerra comercial que inició Trump en todos sus frentes deficitarios también engloba a la Unión Europea, que vendría en segundo lugar con 151.400 millones de dólares detrás de China, en el primero con 375.200 millones de dólares.
Más que una vulgar guerra comercial, el abandono del acuerdo con Irán por Trump conlleva una jugada a varias bandas que, a fin de cuentas pudiera definir el epílogo de la guerra financiera del dólar contra el euro.
Tema relacionado: Cómo Europa queda en ridículo con la decisión de Trump sobre Irán
El portal alemán Der Spiegel consagra cinco angustiantes artículos a la "salida del acuerdo con Irán por Trump", quien "propina un profundo golpe a los lazos transatlánticos".
Der Spiegel afirma que "ya es tiempo para que Europa resista y confronte a Trump", a quien "nunca ha impresionado la docilidad". Lo grave del asunto es que "Europa carece de muy pocas buenas opciones con Trump".
Más allá de la humillación asestada a Europa, el inconveniente radica en que carece de opciones, a grado tal que el reciente embajador de EEUU en Berlín, Richard Grenell, declaró en un tuit de claro corte trumpiano que "las empresas alemanas que hacen negocios en Irán deben cerrar inmediatamente sus operaciones". Más que amenaza, fue una orden perentoria.
La dependencia militar alemana es tal que necesita del "equipo fundamental" de EEUU para que sean operativos sus aviones y submarinos.
Las angustias germanas no son nuevas: habían sido epitomizadas por su exministro de Relaciones Exteriores Sigmar Gabriel y propaladas por la reciente Conferencia de Seguridad de Múnich sobre la orfandad europea.