Desde Bogotá
Iván Duque es el nuevo presidente de Colombia. Un niño rubio con campera de Cambridge se abraza sus padres y llora. Dicen que gracias a Dios Colombia se salvó de ser otra Venezuela. Junto a cientos estos “duquistas” se congregaron para esperar los resultados en un centro de eventos de Bogotá. Está cayendo la tarde y los resultados del ballottage son definitivos. El candidato del Centro Democrático, el favorito de las encuestas, obtuvo el 53,9% de los votos. Sufragaron 18 millones de colombianos en todos los rincones del país incluidos los indígenas de Murindó, un pueblo aislado por ríos, que nunca antes podían subirse a una barca para ejercer su derecho al voto porque las guerrillas lo impedían.
Esta vez, en las presidenciales más tranquilas en esta vieja democracia, ni “elenos” ni “farianos” dispararon. La democracia demostró, sin embargo, que las mayorías de los colombianos no abrazan el acuerdo de paz que logró el fin de la guerra sino que respaldan la vía de la fuerza y reforma del tratado de paz propuesta por la derecha, que en cabeza de Duque logró más de 10 millones de votos. En su discurso de la victoria el delfín de Alvaro Uribe lo dejó claro: “La paz reclama correcciones para que las víctimas de la verdad sean el centro del proceso”. La izquierda, liderada por Gustavo Petro, obtuvo 8 millones. Y según el caribeño, no se trato de una pérdida. Con el 41,8% de los votos, el ex guerrillero se pronunció en su twitter cuando el conteo llegó al 99%. Dijo aceptar los resultados, felicitó a su rival y aseguró: ¿Cuál derrota? Ocho millones de colombianos y colombianas libres en pie. Aquí no hay derrota. Por ahora no seremos gobierno”. Ayer se selló la avanzada más alta de la izquierda en unas elecciones para primer mandatario en Colombia. Carlos Gaviria, del Polo Democrático, alcanzó 2.6 millones mientras el ex comandante del M19 Carlos Pizarro, que dejó las armas como Petro, llegó a 700 mil votos.
En su discurso desde el Centro de Convenciones, donde sus seguidores vestían sombreros campesinos y prendas indígenas, Petro recordó lo que, según él, el pueblo colombiano cada vez soporta menos: la corrupción, el narcotráfico, la exclusión. Y se extendió en gratitudes para la gran coalición que reunió la Colombia Humana, entre ellos feministas, negros, indígenas, campesinos, jóvenes, pero sobretodo a los ciudadanos que no están afiliados a partido alguno y votaron por él con la esperanza de un cambio. También recordó que recibió el apoyo de grandes pensadores como Noam Chomsky y dijo que sus ochos millones de votos serán ocho millones de personas para defender el agua, la vida, la tierra, la paz, las mujeres.
Pese a que su contrincante, un congresista con escasa experiencia en cargos públicos, le aventajó 2 millones de votos y con ello se coronó el Palacio de Nariño, Petro aseguró que, en todo caso, “la clase política tradicional de Colombia fue derrotada” y se mostró confiando en un triunfo en las próximas presidenciales que se celebrarán en cuatro años. Sin embargo, sus seguidos se mostraron preocupados por la suerte de la salida negociada al conflicto no solo por la firma ya lograda con las FARC, cuya implementación acumula diversos tropiezos y retos, sino por los diálogos con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Una de sus congresistas, María Fernanda Cabal, le explicó a PáginaI12 que los acuerdos firmados no serán destruidos pero sí modificados. Cabal, famosa por referirse a Rusia aún como la Unión Soviética, le dijo a este diario que “el proceso de paz continúa pero se van a hacer las correcciones necesarias. No es posible un proceso de paz que premie bandidos cuando Colombia está llena de gente que necesita inversión social, necesita justicia y desarrollo”. Sin embargo, no se refirió a las inversiones y la justicia que demandan las víctimas de falsos positivos ordenados por el entonces presidente Uribe. Tampoco quiso hacer comentario sobre el mal ejemplo de las ejecuciones extrajudiciales, interceptaciones ilegales a la oposición, la prensa y defensores de derechos humanos en ese gobierno de derecha.
Ante la pregunta sobre qué mensaje le envía a las víctimas que están preocupadas por la llegada de Duque al poder, Cabal afirmó que “la mayoría de las víctimas de las FARC deben estar acá, el resto deben estar confundidas… Que uno no cambia un país dándole curules a violadores, y tenemos que ser un país generoso y equilibrado pero el mal ejemplo es cultivo de nuevas violencias”.
Diana Lozada, de 25 años, estudiante bogotana, también presente en la sede del presidente electo, le dijo a PáginaI12 que confía en que Duque realizará un buen gobierno. “Es un tipo serio, inteligente”, dijo agregando “prefiero no comentar sobre eso” y “mejor no opino” cuando se le consultó por el respeto al acuerdo de paz para evitar que los ex guerrilleros de las FARC vuelvan a las armas y por los jóvenes humildes que fueron desaparecidos por el Ejército y luego asesinados, para ser pasados como farianos asesinados en combate durante el mandato de Uribe que duró 8 años y marcó las más graves violaciones a los derechos humanos.
A su lado, la familia de ropas costosas y pieles blancas grita con la multitud cuando la pantalla principal anuncia el resultado por regiones. Mientras en Bogotá Petro fue el ganador, en Antioquia, la tierra de Uribe y Pablo Escobar, Duque logró el 73% de la votación con 856 mil votos. Entre tanto en zonas donde la guerra se vivió con mayor rigor, como Chocó, y las víctimas perdonaron como fue el caso de la Masacre de Bojayá, la propuesta de Petro obtuvo mayorías. Allí, Gustavo y Angela María Robledo, su fórmula vicepresidencial, ganaron el 59% del electoral. También en Atlántico la izquierda fue la ganadora. Sus seguidores celebraron, además de la histórica votación de la izquierda, que Petro obtuvo una curul al Senado por haber sido el segundo en los comicios presidenciales.
No sé sabe aún si, como lo establece el Acuerdo de Paz firmado por el gobierno de Santos y las FARC, el nuevo senador compartirá curules con los senadores y representantes a la cámara del recién conformado partido político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC). Aunque el acuerdo es constitucional y fue avalado por el Congreso, el gobierno de Iván Duque modificaría el apartado de participación política. Esta y otras muchas son las preocupaciones de los ex farianos que están regresando a la vida civil en medio de las dificultades de la reincorporación y el fracaso de aspectos fundamentales del acuerdo como la reforma agraria o la sustitución de cultivos de uso ilícitos. Las garantías de seguridad física y jurídica también están en vilo con el asesinato de ex combatientes que ya llega a los 50 desde la firma del Acuerdo, y la captura del congresista “Jesús Santrich” por orden de Estados Unidos por supuesta conspiración para enviar coca a ese país.
Omar de Jesús Restrepo, alias “Olmedo Ruiz” –ex comandante de las FARC designado como futuro representante a la cámara por Antioquia–, le dijo a este diario que recibe el nuevo gobierno con preocupación. “La llegada de Duque a la presidencia significa un riesgo enorme para el proceso de paz”.
Según “Olmedo” que por más de 20 años estuvo en armas y es ahora un líder político que juró defender sus ideas en adelante solo con la palabra, el resultado de las elecciones de ayer es de “graves consecuencias”. Sin embargo, ve con esperanzas el hecho de que la votación de izquierda se haya superado a cifras históricas. “Esperamos que la fuerza política del petrismo y movimientos sociales democráticos puedan contrarrestar este resultado electoral. Los acuerdos de paz están blindados jurídica y constitucionalmente y respaldados unánimemente por la comunidad internacional, pero su implementación será más tortuosa y lenta”.
Su confianza también está depositada en la comunidad internacional, en Naciones Unidas y los países aliados que han apoyado y seguramente van a “seguir apoyándonos en el empeño de continuar con la implementación. Seguiremos defendiendo el acuerdo. Y trabajando por la paz de este país”.
“Algún día lograremos la paz política, la justicia social, la equidad de género, étnica y regional del país. Los 8 millones de votos de Petro nos dan esa esperanza”, aseguró el hombre preocupado pero confiado en el pueblo.
En una casa campesina, Amparo sí llora la derrota. Con dos hijos asesinados y desterrada de su finca, esperaba que Petro llegara al poder para volver al campo y encontrar la verdad sobre sus muchachos. Margarita, cuya hija fue desaparecida en una de las operaciones militares con apoyo de “Paras” (paramilitares) que Uribe ordenó en la Comuna 13 de Medellín, también siente la frustración del sueño que se escapa. “Muy triste pero igual en muchas partes de Colombia ganamos”, asegura la señora lamentando que Colombia sea un país sin memoria. “Seguiremos sumergidos en la corrupción, yo quería una Colombia distinta, otro cambio, pero bueno, seguiremos luchando para las próximas elecciones”.
Cuando entró la noche, el presidente electo habló al país “mirando hacia el futuro por el bien de todos los colombianos”. Junto a Marta Lucía Ramírez, primera vicepresidente mujer en Colombia, dijo que quiere ser “el presidente que le dé el mismo amor a los que votaron por mí y a los que no me votaron”, afirmó dejando en su discurso firmeza en que quiere unir al país y que el futuro es de todos los colombianos.
“No voy a gobernar con odios. No reconozco enemigos en Colombia”, explicó.