Morena ha dado un golpe en el tablero del poder local. Andrés Manuel López Obrador se ha convertido en el primer candidato que llega a la presidencia sin haber sido postulado por el PRI o el PAN, las organizaciones hegemónicas que han gobernado el país norteamericano. El partido que creó a su imagen y semejanza, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), irrumpió con fuerza este domingo como un nuevo actor que quiebra el bipartidismo que imperaba en el escenario mexicano. Su partido ha ganado, en apenas sus segundas elecciones, al menos cinco Estados de los nueve en juego e incrementará su poder en el Congreso, donde ha rozado la mayoría.
Morena ha reclamado protagonismo en una histórica jornada que tuvo una participación superior al 60%, pero no tan alta como la registrada hace seis años. La organización, nacida como asociación civil en 2012, se convirtió en partido político dos años después. En 2015 hizo su estreno en las urnas logrando el 8.8% de la elección y solo 36 diputados. La bancada aumentó hasta los 47 gracias al trasvase de varios legisladores del Partido de la Revolución Democrática (PRD) a Morena.
Este domingo, la formación de López Obrador se ha convertido en el partido más importante de la izquierda mexicana, desplazando al PRD del papel protagónico que tuvo por 29 años, desde 1989. El PRD nunca ha logrado tener una presencia dominante en la Cámara de Diputados. Su bancada más numerosa se dio en el trienio 2006-2009, donde controló el 25% de la cámara baja. Morena rompió ese hito esta noche porque podría conseguir la bancada más grande para la izquierda con un rango que iría entre los 127 y 142 legisladores, de acuerdo a las primeras encuestas.
El escenario en el Senado es similar. Morena se convertirá en el grupo parlamentario mayoritario controlando entre 48 y 54 curules, de acuerdo a la encuesta de Consulta Mitofsky. La cifra es similar a la que el PRI tiene hoy en la Cámara alta, donde tiene una mayoría simple con el 38%. El partido en el poder perdería terreno con entre 8 y 14 senadores, según los sondeos, que tendrán que ser confirmados por la autoridad electoral a lo largo de los próximos días.
Morena también arrebató al PRD tres de los cuatro Estados que Gobierna. Los candidatos de López Obrador se han alzado con la victoria en Tabasco, Morelos y Ciudad de México. El PRD se queda únicamente en control de Michoacán y celebra el triunfo de por México al Frente en Guanajuato, una entidad donde triunfó gracias a su alianza con la derecha del PAN. además, Morena triunfó en Veracruz, una de las entidades más pobladas, y Chiapas.
El resultado de esta noche también matiza el arrollador dominio que había sostenido en la política mexicana el PRI y el PAN en los últimos gobiernos. López Obrador hizo una campaña pidiendo el voto para rechazar lo que él llama el PRIAN, dos partidos que suelen gobernar en tándem con las mismas recetas. En la mente del electorado la idea tiene pegada. Más en la actual Administración, que comenzó en diciembre de 2012 con el Pacto Por México un programa de reformas constitucionales entre el Gobierno de Enrique Peña Nieto, del PRI, y los partidos de la oposición: el PAN y el PRD. Morena fue la voz cantante que repudió públicamente estas normas y López Obrador llega al poder con la promesa de derogar buena parte de sus contenidos.
Política contra el statu quo
Esta fue la campaña más pragmática de López Obrador. A Morena se sumaron figuras salidas del PAN, PRI y PRD a pesar de que sus militantes abrazan con fuerza el discurso antiélites.
Muestra de ello es la forma como el partido compuso sus listas al Congreso. La organización es la única que elige a parte de sus candidatos con un sorteo mediante una tómbola. Este domingo se eligieron en México 300 diputados y 64 senadores por voto directo. Otros 200 legisladores y 32 senadores irán a las cámaras gracias a la representación proporcional, mediante listados de cada fuerza política. Morena integra a estas a ciudadanos comunes y corrientes con el único requisito de que sean militantes y que hayan trabajado por el partido afiliando a otras personas. En la actual legislatura cinco de sus diputados llegaron al Congreso por un golpe de azar. Estos políticos noveles comparten escaños con veteranos impuestos en las listas por la dirigencia. Serán estos quienes marquen la agenda legislativa guiada por el presidente López Obrador con una bancada del PRI y el PAN en minoría por primera vez en la historia.
La historia de Morena se escribe también a costa de partidos más pequeños. El fenómeno López Obrador también ha catapultado a las formaciones que lo acompañan en la coalición Juntos Haremos Historia. El Partido del Trabajo, de tendencia socialista y con guiños de simpatía al régimen de Corea del Norte, duplicará su presencia en el Congreso y podría rozar los 60 políticos en la cámara baja. Lo mismo sucederá con Encuentro Social (PES), un partido evangelista que al aliarse con López Obrador generó un conflicto con las corrientes progresistas. El PES tiene 12 diputados y podría llegar, en la próxima legislatura de septiembre, a entre 65 y 74 legisladores, según los sondeos. Unida, la coalición se acerca a la mayoría absoluta en el Congreso.
La noche electoral mexicana ha cambiado el rostro de la política mexicana del futuro. El nuevo Congreso y las gubernaturas en manos de López Obrador modifica para siempre el statu quo del poder en México, dominado desde hace décadas por las formas instauradas por el PRI y que tenía, hasta el día de hoy, al PAN como único recipiente del descontento ciudadano. Morena ha acabado con esos días, lo que obligará a los grandes partidos tradicionales a replantearse sus acuerdos políticos y la negociación con un Gobierno de izquierda por primera vez. México es testigo esta noche del derrumbe del régimen que conocía.
En su primer discurso, luego de que la autoridad electoral reconoció que las tendencias le favorecían en la contienda, Andrés Manuel López Obrador formuló un reconocimiento al presidente Enrique Peña Nieto e informó que el próximo martes se reunirán en Palacio Nacional para comenzar el proceso de transición. Más tarde, en un acto en el Zócalo, repleto de simpatizantes, recalcó que el país inicia una nueva etapa de transformación y que encabezará un gobierno del pueblo, para el pueblo y con el pueblo. Foto Carlos Ramos Mamahua
La abrumadora victoria de Andrés Manuel López Obrador fue tal que las expectativas generadas deberán traducirse pronto en hechos para no rememorar el fantasma de la alternancia. México convirtió el domingo al tres veces candidato en el presidente con más respaldo de la historia reciente del país, con el 53% del apoyo y cerca de 25 millones de votos. En cierta manera le dio casi un cheque en blanco si se tiene en cuenta el poder que acumulará en el Congreso. Una confianza total para que cumpla con lo que ha prometido durante la campaña e inicie lo que él ha denominado como cuarta transformación.
Las elecciones del domingo han significado para México el renacer de la esperanza democrática. El país vivió algo similar con los comicios del año 2000, cuando Vicente Fox, un gobernador del PAN, fue el primero en la historia en sacar al PRI de la residencia oficial de Los Pinos. El estrambótico político se hizo con el poder con 15.9 millones de votos. López Obrador ha pulverizado ese respaldo popular obteniendo 24.9 millones de sufragios. Este hito ha dejado atrás también a Enrique Peña Nieto, quien hasta el domingo era el presidente más votado en la historia de México con 19.1 millones de votos.
Todo el mundo asume que México necesita una refundación. Ese es el mensaje más claro que dejó la votación del domingo. Todos los sectores, especialmente los empresariales, a los que se dirigió López Obrador en primer lugar, asumen que las cosas van a cambiar. La recomposición de las élites se antoja inevitable, más aún cuando el poder acumulado por Morena es descomunal.
La victoria de Fox, hace 18 años, sacó a muchos mexicanos a las calles a festejar el resultado electoral. El ambiente del país en ese entonces estaba impregnado con la idea del cambio. Lo mismo pasó la noche del domingo, que provocó nutridas muestras de apoyo al futuro presidente de México, sobre todo en Ciudad de México, el bastión de López Obrador.
No obstante, y como pasó también en aquel Gobierno, López Obrador y Morena deberán administrar unas expectativas muy altas. Fox llegó al poder prometiendo, entre otras cosas, resolver en 15 minutos el entuerto que había provocado el levantamiento zapatista en la selva chiapaneca de 1994. López Obrador también ha prometido acabar con los males modernos nacionales, entre ellos la corrupción y la violencia. El ganador de las elecciones de 2018 no ha dudado en comparar su eventual Gobierno en importancia a la Independencia, la Reforma y la Revolución. Esto eleva por los aires aún más las esperanzas depositadas en una Administración que llegará al poder el 1 de diciembre.
Fox llegó al poder en 2000 con un Congreso que no controlaba, pero que no le era del todo desfavorable. Su partido representaba el 40,8% de la Cámara de Diputados y el 36% del Senado. El PRI era el dueño de ambos centros legislativos. Pero el sismo político que dejó la elección del domingo pinta un escenario muy distinto para López Obrador. El líder de Morena no hallará demasiada oposición en el Legislativo. La coalición Juntos Haremos Historia tendrá al menos, y a la espera de los conteos definitivos, el 42% de los diputados y el 20% de los senadores con el PAN y el PRI en minoría. Las cifras definitivas serán dadas a conocer los próximos días, aunque ya hay algunas estimaciones que aseguran que la alianza de López Obrador tendrá mayoría absoluta en la cámara baja y una mayoría holgada en el Senado.
López Obrador llegará al poder con el antecedente de Vicente Fox. Esto incluye también el desencanto de parte del electorado que votó por el cambio en 2000 pero encontró que un Gobierno del PAN era muy similar al PRI. 18 años después, una gran mayoría de los mexicanos ha decidido confiar en otro político que vende el cambio. Tras su arrolladora victoria, López Obrador se apresuró a atajar los comparativos con Fox. En su primer discurso anunció que su proyecto de nación engendra “cambios que serán profundos”. México ya está a la expectativa.
“Llamo a todos los mexicanos a no poner por encima los intereses personales por legítimos que sean. Hay que poner por encima el interés superior”, afirmó antes de citar a Vicente Guerrero, uno de los militares que luchó en la Independencia mexicana. El nuevo presidente se mostró cauto. Con rostro serio se limitó a dibujar las líneas maestras de lo que será su Administración, la primera surgida desde la izquierda. “No apostamos por construir una dictadura, ni abierta ni encubierta”, explicó en referencia a quienes lo han tildado de ser un político populista de vena autoritaria. En cambio, anunció cambios profundos “con apego al orden legal”. “Habrá libertad empresarial, de expresión, de asociación y de creencias”, dijo entre aplausos de sus seguidores. No obstante, dejó muy claras sus prioridades: “Escucharemos a todos, atenderemos a todos, respetaremos a todos, pero daremos preferencia a los más humildes y olvidados, en especial, a los pueblos indígenas”.
López Obrador afirmó también que respetará la autonomía del Banco de Méxicoy que su gestión se conducirá con “disciplina financiera y fiscal”. Además, dijo que se reconocerán los compromisos contraídos con empresas y bancos nacionales y extranjeros y no habrá confiscaciones o expropiaciones. De esta forma, intentó espantar los fantasmas de candidato radical y antisistema que sus adversarios vendieron. El ganador de los comicios nombró a Carlos Urzúa, el futuro ministro de Hacienda, y al empresario Alfonso Romo, su próximo jefe de oficina en la presidencia, como los coordinadores de la transición para temas económicos. López Obrador también dijo que no habrá divorcio con el electorado: “Será un Gobierno del pueblo y para el pueblo”.
Mientras que el segundo en los comicios celebrados el pasado domingo, Ricardo Anaya Cortés, alcanzó solo el 22,26% de apoyo popular.
El presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, ha ganado las presidenciales con el 53,17% de los votos, según el escrutinio final dado a conocer este jueves por el Instituto Nacional Electoral (INE).
Tras el cómputo del 100% de las actas, el INE señala que López Obrador, de la coalición Juntos Haremos Historia –conformada por Movimiento Regeneración Nacional (Morena), el Partido del Trabajo y el Partido Encuentro Social– obtuvo un total de 30.047.700 votos.
Mientras que Ricardo Anaya Cortés, de la coalición Por México al Frente –integrada por el Partido Acción Nacional (PAN), el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano– recibió el 22,26% de apoyo popular.
Rebasó López Obrador 30 millones de sufragios: INE
Alonso Urrutia y Georgina Saldierna | viernes, 06 jul 2018 08:06
Esta cifra supera en 10 millones 226 mil 784 los obtenidos en 2012 por el actual presidente, Enrique Peña Nieto. Foto lopezobrador.org.mx
Ciudad de México. Después de 34 horas, las 300 juntas distritales del Instituto Nacional Electoral concluyeron el cómputo de los comicios presidenciales, con el que el resultado oficial arroja que el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, Andrés Manuel López Obrador, alcanzó 30 millones 46 mil 893 votos. Esta cifra supera en 10 millones 226 mil 784 los obtenidos en 2012 por el actual presidente, Enrique Peña Nieto.
A las 18:31 horas de ayer el INE concluyó el cómputo presidencial, según el cual el candidato de Por México al Frente, Ricardo Anaya Cortés, acumuló 12 millones 581 mil 900 votos, equivalentes a 22.26 por ciento del total; José Antonio Meade, de la alianza Todos por México, logró 9 millones 283 mil 585 sufragios, esto es 16.42 por ciento, mientras el aspirante presidencial independiente, Jaime Rodríguez Calderón, obtuvo 2 millones 959 mil 585, es decir, 5.2 por ciento.