PáginaI12 En Brasil
Desde Brasilia
“Esto no va a terminar bien, esto es una vergüenza.” Lapidaria la presidenta del Partido de los Trabajadores (PT), Gleisy Hoffmann, evaluó el manoseo al que fue expuesto ayer Luiz Inácio Lula da Silva luego de que un camarista ordenara mantener arrestado al ex presidente contrariando la decisión de un colega que previamente había determinado su excarcelación durante la feria judicial, a tres meses de las elecciones presidenciales. En un comunicado el PT se refirió al encarcelamiento como un “secuestro” motivado por razones políticas.
De ese modo Hoffmann y el PT repudiaron la decisión anunciada cerca de las 20 horas por el titular del Tribunal Regional 4 (TRF4) de Porto Alegre, Carlos Eduardo Thompson Flores, al ordenar que el jefe petista continúe en la celda donde fue alojado, en régimen de aislamiento, el 7 de abril pasado.
Fue un domingo crispado por las idas y venidas en torno de la excarcelación, motivadas por la partidización de los estrados, la violación de lo previsto en la ley y momentos de porno-política, en sentido estricto.
La resaca post-mundial, debido a la eliminación de Brasil ante Bélgica, se alteró súbitamente con las noticias que comenzaron a llegar or la mañana desde el sur del país.
Después de las 9 un miembro del TRF4, el camarista Rogerio Favreto, firmó una resolución para que el imputado deje de forma “urgente” la Superitendencia de la Policía Federal en Curitiba en el entendimiento de que tiene derecho a participar en debates televisivos y actos de campaña con miras a los comicios del 7 de octubre. Favreto es el respondable del TRF4, al estar de guardia durante todo el mes de receso. Eso es lo previsto en ley.
La resolución judicial fue en respuesta a un hábeas corpus firmado por los diputados petistas Paulo Pimenta y Wadih Damous, que reivindican la postulación de Lula a la primera magistratura.
Todas las encuestas divulgadas este año lo muestran como el candidato favorito. En la más reciente, publicada por Ibope a fines de junio, apareció con el 33 por ciento de las intenciones de voto aventajando por 18 puntos al capitán retirado del ejército Jair Bolsonaro. El candidato del presidente Michel Temer, Henrique Meirelles, tiene el 1 por ciento.
Dos horas después de que el TRF4, cámara de apelaciones de Porto Alegre, ordenó abrir las puertas del presidio, el juez Sergio Moro, de la primera instancia de Curitiba envió un escrito rechazando la medida.
La decisión de Moro sorprendió por dos razones: un juez no puede desconocer una medida emanada de un tribunal de alzada, y mucho menos hacerlo durante las ferias judiciales.
Moro, el mentor de la causa Lava Jato, envió su resolución desde Portugal donde pasa un nuevo período de descanso.
Desde que condenó a Lula en tiempo record en 2017, Moro optó por un ritmo de labores más relajado. Este año viajó al menos dos veces a Estados Unidos para recibir un premio de empresarios de aquel país y disertar en universidades. Después de ese periplo, que lo obligó a suspender sus responsabilidades en la 13 Sala Federal, permaneció unos días en Curitiba hasta embarcar hacia el paraíso fiscal de Monte Carlo donde fue recibido por el príncipe Alberto.
Los tiempos del juez más elogiado por los medios grandes (no grandes medios) parecen estar pautados por la agenda electoral, ya que planea citar a Lula a declarar por otra causa en octubre. A días de los comicios.
“Lo que hizo Moro fue un acto sedicioso esto es un crimen”, afirmó el diputado Wadih Damous frente a la Superintendencia de Curitiba, y miembros de la agrupación de Abogados por la Democracia recomendaron el procesamiento y arresto del letrado por “desacato”.
Cristiano Zanin Martins, patrocinante de Lula, anticipó que este “abuso” será anexado a la denuncia presentada ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que la semana pasada rechazó un pedido del gobierno de Brasil para archivar el caso.
Unos minutos después de que Moro pidiera la continuidad de la prisión, esa posición fue avalada por el camarista Joao Pedro Gebran Neto, integrante del TRF4 de Porto Alegre, que está de ferias.
La suerte parecía echada contra Lula, pero a las 16 horas hubo otro coletazo cuando el camarista Rogerio Favreto, él que había pedido la excarcelación a la mañana, volvió a la carga y dio una hora a los policías federales para que cumplan la orden.
En el PT se reencendió la esperanza, “Lula puede salir hoy” dijo casi susurrando el diputado Pimenta por teléfono a este diario desde el interior de la Superintendencia curitibana. El juego no estaba definido a las 18.12 horas cuando parecía que habría tiempo de descuento. Lula era el tema excluyente de los portales conservadores y alternativos que discrepaban en todo, salvo en un punto: todos coincidían en que hay una “batalla judicial” en torno de la excarcelación.
En las redes sociales la derrota 3-2 ante Bélgica y el llanto de Neymar fueron empardados por los posteos sobre “Lula Livre (con ve corta)” y temas conexos, como la convocatoria a concentraciones de repudio a su cautiverio.
Hubo un acto espontáneo en el Sindicato de Metalúrgicos del San Bernardo do Campo donde Lula se fogueó como líder sindical y máximo adversario de la dictadura a fines de los 70.
Otras concentraciones, de concurrencia variada, surgieron en Río de Janeiro, frente a la Superitendencia policial de Curitiba y en la Plaza de los Tres Poderes entre la Presidencia y el Supremo Tribunal Federal en Brasilia.
Los grupos neocons, surgidos al calor del golpe “híbrido” contra Dilma Rousseff en 2016, inflaron nuevamente el monigote de Lula de 10 metros con traje de presidiario que fue paseado por la Avenida Paulista, principal arteria de San Pablo.
El actor porno jubilado, Alexandre Frota, ícono de las marchas de 2016 contra Dilma y Lula, divulgó en las redes sociales el número del celular del “canalla” camarista Favreto. El corpulento Frota es elector de Jair Bolsonaro, el aspirante presidencial más beneficiado con la extensión de la reclusión de Lula.
Dijo ayer Bolsonaro, “felizmente el juez Sergio Moro le puso un freno a ese camarista (Favreto) ligado al PT (...) Dios salve a Brasil”. Hace una semana prometió que si es electo va a ampliar el Supremo Tribunal Federal de 11 miembros a 21: con diez nuevos jueces como Moro. Y que está dispuesto a nombrar al magistrado de Curitiba como integrante de la máxima corte, por haberse comportado como “un héroe nacional” en el proceso Lava Jato.