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General: EL BRASIL DE BOLSOMARO
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Respuesta  Mensaje 1 de 5 en el tema 
De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 03/11/2018 13:16

El Brasil de Bolsonaro: militares en el Gobierno, política exterior y disyuntiva armamentista

Publicado: 31 oct 2018 13:55 GMT | Última actualización: 31 oct 2018 14:35 GMT

Jair Bolsonaro (PSL), calificado en los principales medios internacionales como homófobo, racista y extremista, ha arrasado en las elecciones presidenciales de Brasil gracias al apoyo de un 55,13% de votantes profundamente desencantados con el sistema. Su victoria electoral, previsible desde hace semanas, ha sido bien recibida por los mercados internacionales, que han aplaudido su primera declaración apelando, como suele ser habitual en los líderes ultranacionalistas, a la "Constitución” y "la unión del país". Sin embargo, a diferencia de muchos otros extremistas, estas declaraciones de Bolsonaro tienen una fuerza sentimental mucho mayor, pues fue capitán del Ejército y su relación con los militares ha sido tan intensa desde entonces (en los años ochenta) que la retórica militar ha impregnado sus manifestaciones.

El excapitán, de hecho, tan polémico y autoritario en sus formas como Donald Trump o Matteo Salvini, utilizó en un gran número de ocasiones expresiones marciales como "barrer del mapa" e, incluso, su hijo, Eduardo, llegó a realizar afirmaciones tan belicosas como amenazadoras ("para cerrar el Supremo Tribunal Federal sólo se necesitan un soldado y un cabo"). Y no parece que estos dos uniformados, el soldado y el cabo, vayan a ser los únicos militares que piensa reclutar Jair Bolsonaro, pues Brasil será remilitarizado. Los exgenerales Hamilton Mourão y Augusto Heleno serán vicepresidente y ministro de Defensa, respectivamente, y se especula con el nombramiento de hasta cuatro exmilitares más como ministros. Ello sin olvidar que una gran cantidad de militares de rangos inferiores ocuparán puestos de distinta relevancia en la administración.

Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.
"El Gobierno de Brasil se parecerá más a una junta militar de un país de América Latina de finales del siglo pasado que al gabinete técnico de una democracia del siglo XXI".Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.

La presencia de tantos militares en puestos de tanta responsabilidad será un acontecimiento sin precedentes desde que en 1985 se pusiera fin a la dictadura, hasta tal punto que el Gobierno de Brasil parecerá, en determinados momentos, más una de tantas juntas militares que dictaron los designios de gran cantidad de países de América Latina a finales del siglo pasado que el gabinete técnico que se espera de una democracia en el siglo XXI.

Más allá de la militarización del gobierno, la desmentida amenaza de intervención militar en Venezuela o la evidente predisposición a colaborar con los norteamericanos, que ha quedado demostrada en la programación de los tres primeros viajes oficiales del nuevo presidente (Chile, Estados Unidos e Israel) o en un tuit de Donald Trump felicitando a Bolsonaro ("Acordamos que vamos a colaborar en comercio, asuntos militares, ¡y todo lo demás!"), da a entender que el impacto del nuevo gobierno en cuanto al gasto militar o la importación y exportación de armas se antoja colosal.

Un gasto militar desorbitado

Lo que se encontrará Bolsonaro será un gasto militar en Brasil completamente desorbitado que le sitúa a la cabeza de América Latina, alcanzando en el año 2017 el 1,4% del PIB y un total de 25.751 millones de dólares, lo que contrasta con datos tan alarmantes como el aumento del desempleo (12%) y el riesgo de más de un millón y medio de personas de sufrir extrema pobreza.

De hecho, según el SIPRI (Stockholm International Peace Research Institute), aunque el gasto en relación al PIB ha descendido claramente desde finales de los años ochenta en los que llegó a situarse en el 2,7% (1989) hasta la actualidad (1,4% del PIB), lo cierto es que en términos absolutos no ha dejado de crecer hasta casi duplicarse en las últimas tres décadas (15.353 millones de dólares en 1988, 21.309 millones de dólares en 2008 y 25.751 millones de dólares en 2017).

Para hacernos una idea de lo que significa el gasto militar brasileño conviene remarcar que en 2017 solo Francia (56.287 millones de dólares), Alemania (43.023 millones de dólares) y, por muy poco, Italia (28.417 millones de dólares) gastaron en Europa más que el país carioca o que España invirtió casi la mitad que los brasileños (15.686 millones de dólares). Pero si la comparación la hacemos con los países de América Latina y el Caribe la cifra se muestra todavía más disparatada: Colombia (8.976 millones de dólares), México (5.533 millones de dólares), Argentina (5.165 millones de dólares) o Chile (4.805 millones de dólares) gastaron entre un 70 y un 80% menos que Brasil.

La llegada del excapitán Bolsonaro al poder puede suponer, además, una nueva vuelta de tuerca con un aumento porcentual y absoluto considerable en cuando al gasto militar, lo que podría llevar a los presupuestos militares hasta unos umbrales todavía más descabezados. De hecho, ya en el año 2015 el informe 'Future of the Brazilian Defense Industry' de la consultora ASD Reports preveía que el gasto militar brasileño llegaría en 2021 hasta el 1,7% del PIBy los 41.000 millones de dólares, por lo que el impulso del excapitán puede elevar el gasto hasta al 2% que Donald Trump está exigiendo a sus aliados en la OTAN (en Brasil supondría más de 50.000 millones de dólares anuales). Inversión militar que de materializarse supondrá a buen seguro un aumento de la pobreza y las desigualdades en Brasil.

Una importación de armas descompensada con el presupuesto

Contrariamente a lo que se podría esperar, el gasto brasileño en defensa no tiene una correspondencia con la adquisición de armas, pues según los informes de transacciones del SIPRI las armas importadas por Brasil alcanzaron entre 2000 y 2017 un total de 3.921 millones de dólares, sin una clara tendencia al alza, cifra que no es mucho mayor que lo invertido por Colombia (2.582) o México(2.656) o que resulta incluso inferior Chile (4.823 millones de euros), país con un presupuesto, como hemos visto, enormemente inferior al brasileño.

Una industria militar insignificante en el mundo

Por otra parte, la industria militar no tiene correlación con el gasto militar brasileño siendo completamente insignificante si analizamos las exportaciones de armas brasileñas en este siglo, pues estas solo alcanzaron los 799 millones de dólares. Aunque cabría reseñar que los países latinoamericanos se encuentran en cotas muy inferiores (13 millones de dólares en exportaciones para Argentina; 123 millones para Chile; o 16 millones para Colombia), países europeos con menor presupuesto militar, o muy parecido, exportan diez veces más armamento bélico (España registró exportaciones por 9.817 millones de dólares e Italia por 10.457 millones de euros).

Por tanto, si tenemos en cuenta las escasas importaciones y exportaciones, podemos concluir que la industria militar brasileña está orientada al autoabastecimiento. No obstante, Brasil cuenta con el tercer mayor fabricante del mundo de aviones, la compañía brasileña Embraer, que destaca por la fabricación de sistemas de combate, defensa antiaérea y vehículos militares y su industria militar generar 60.000 puestos de trabajo directos y 240.000 indirectos.

Sospechas de corrupción

Por último, no se puede obviar que la compra de armas por parte de Brasil está siendo investigada a día de hoy en España. En este país, se ha judicializado una trama corrupta que vendía armas a diferentes países, especialmente, Angola y Arabia Saudí, y que también afecta a Brasil, aunque todavía no se ha investigado lo suficiente como para cuantificar la magnitud de la corrupción. En el caso de Angola, el más avanzado procesalmente, la empresa semipública española DEFEX cobró algo más de 150 millones de euros por armas que solo valían 50 millones de euros, quedando unos 100 millones de euros repartidos entre comisionistas españoles y funcionarios locales.



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Respuesta  Mensaje 2 de 5 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 03/11/2018 15:05
    Gran cantidad de brasileños han protestado contra el mandatario electo.

    Gran cantidad de brasileños han protestado contra el mandatario electo. | Foto: Reuters

    Publicado 1 noviembre 2018

    El presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, encabezará una Administración "muy peligrosa" y su triunfo no solo debe preocupar al país amazónico, sostuvo el actor estadounidense y embajador, Danny Glover.

    "Jair Bolsonaro será un presidente muy peligroso, pero esto también está sucediendo en todas las regiones que giran a la derecha, está pasando en otras partes del mundo, por lo que no solo es preocupante para Brasil y es la realidad con la que estamos lidiando", dijo.

    Glover opinó sobre las causas del resultado del 28 de octubre pasado, cuando Bolsonaro ganó con el 55 por ciento de los votos ante el progresista Fernando Haddad.

    El famoso actor afroamericano se refirió a la influencia de los medios de comunicación en la victoria del capitán retirado. "Tenemos que estar preocupados acerca del rol que jugó la prensa en todo esto, así como el del dinero; tendremos que responder a todo eso", destacó.

    >> Conoce a Jair Bolsonaro, próximo presidente de Brasil


    Respuesta  Mensaje 3 de 5 en el tema 
    De: Ruben1919 Enviado: 03/11/2018 15:09

    Bolsonaro dará la espalda a América Latina y "girará hacia EEUU e Israel"

    CC BY 2.0 / Agência Brasil Fotografias / Conselho de Ética arquiva denúncias contra Eduardo Bolsonaro
    POLÍTICA
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    533

    El presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, no ha incluido en su primera gira internacional a su vecino del sur y mayor socio comercial, Argentina. Para muchos, el gesto es una declaración de intenciones que hace augurar cambios en la política exterior con Buenos Aires. Viajará primero a Chile y después a Estados Unidos y a Israel.

    La decisión de no visitar Argentina durante la primera gira oficial como presidente electo de Brasil la supo la prensa de su futuro ministro de Economía, Paulo Guedes, quien indicó no solo que no visitaría Argentina, sino que el Mercosur "no será un prioridad" durante el mandato del líder ultraderechista. El propio Bolsonaro considera que el bloque, fundado por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, no tiene la importancia que se le da y que "está sobrevalorado".

    Se trata del cambio más profundo en la política exterior de Brasil en muchas décadas, ha asegurado a Sputnik Oliver Stuenkel, profesor de Relaciones Internacionales de la Fundación Getulio Vargas de San Paulo. Asegura que, si bien hemos visto que Argentina y Brasil han logrado superar muchos desafíos en materia de seguridad en la región, se han labrado una relación que ha resultado ser muy productiva y ha asegurado la estabilidad en Suramérica, con Bolsonaro la situación está siendo "bastante impredecible". Con su agenda exterior, el futuro presidente brasileño quiere lanzar un mensaje, dice.

    "Es bastante inusual que el presidente de Brasil visite Chile primero. Es posible que lo haga para señalar el tipo de país que quiere crear. Y a Chile en Brasil se lo ve como un país que ha implementado reformas liberales más profundamente que los demás países en la región. Así que creo que es, ante todo, una forma de dirigirse a su público", explica.

    Bolsonaro está mostrando el mismo poco compromiso con Argentina que con el resto de la región, explica Stuenkel. "No tiene una estrategia definida para América Latina", subraya. Brasil quiere girar hacia un modelo más liberal y se fijará a partir de ahora en Estados Unidos y en Israel.

    Tema relacionado: Bolsonaro amenaza con romper relaciones con Cuba

    "Creo que Bolsonaro quiere que estos dos países se conviertan en sus socios clave. Solo sabremos más adelante cuáles son sus ideas para la región porque creo que acabarán siendo secundarias (…) Pienso que quiere acercarse más a Occidente. No creo que haya estado mucho tiempo pensando en las implicaciones de eso para Argentina", dice, y añade que el nuevo líder brasileño podría mover a América Latina, en general, hacia Estados Unidos.

    ¿Cómo serán las relaciones económicas entre Argentina y Brasil a partir de ahora? El experto ha explicado que entre los países de la región ya existe un sistema como el de Mercosur, que reduce significativamente las barreras comerciales, y que estas barreras también existen entre Argentina y Brasil. Dado el corte liberal de Bolsonaro y Macri, "existe potencial para liberalizar la región".

    Banderas de Brasil y EEUU
    © AP PHOTO / JULIO CORTEZ
    Sin embargo, en este sentido, ha querido recordar que "Macri ahora es más débil" y que, de hecho, es posible que no llegue a las elecciones de 2019. "Es posible que tengamos cierta parálisis por la situación política en Argentina". Bolsonaro fue elegido presidente de Brasil el pasado 28 de octubre luego de triunfar en la segunda vuelta de las elecciones de su país ante el candidato del izquierdista Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad.

    El candidato ultraderechista obtuvo 55% de los votos, contra 45% de su rival.

    Esto te puede interesar: Bolsonaro empuja a Brasil y al Cono Sur hacia un neofascismo ultraliberal


    Respuesta  Mensaje 4 de 5 en el tema 
    De: Ruben1919 Enviado: 04/11/2018 08:00

    Bolsonaro: El parto del despotismo que amenaza Latinoamérica.

    Lea más de: 

    Por: Iroel Sánchez

    Leo en las redes sociales muchas interpretaciones que culpan al pueblo brasileño por votar – “en democracia”, dicen- por el ultraderechista Jair Bolsonaro con una ventaja considerable sobre el candidato del Partido de los Trabajadores, Fernando Hadad.
    Ahora bien, ¿qué democracia es la que eligió a Bolsonaro? Se trata de una democracia liberal con elecciones periódicas en la que cada cuatro, cinco o seis años los ciudadanos dedican un día a votar por quien dirigirá el gobierno del país. El resto del tiempo, día tras día, año tras año, otros poderes no electos -económicos y mediáticos en lo fundamental- condicionan la vida y las percepciones de los ciudadanos.
    Se puede alegar que además hay división de poderes: judicial, legislativo y ejecutivo, que es el que ostentará Bolsonaro, y que eso produce un equilibrio. Pero es que fueron los poderes legislativo y judicial -en manos de la misma clase social que decidió romper con la máscara democrática y apoyar a un impresentable como el ex capitán- los que crearon las condiciones para la victoria ultraderechista de este 28 de octubre, primero destituyendo desde el Congreso a Dilma Rousseff de la Presidencia, en un proceso altamente manipulado, y luego encarcelando ilegal e injustamente al candidato más popular: Lula Da Silva, al que el mismo sistema judicial impidió presentarse a elecciones. Si se necesitaba prueba de lo anterior, la declaración de Bolsonaro anticipando su deseo de designar como Ministro de Justicia al juez Sergio Moro -formado en Estados Unidos y perseguidor de Lula- lo acaba de confirmar.

     

    Paralelamente, el sistema mediático estableció, en el imaginario de buena parte de las personas menos formadas e informadas para asumir críticamente sus mensajes, al Partido de los Trabajadores como responsable único de la corrupción y la violencia, dos causas con las que es muy fácil mover el fanatismo religioso organizado en las iglesias evangélicas y empoderado a través de una poderosa televisora como Récord, la segunda del país.

     

    Lo que ocurrió este domingo 29 es lo que el pensador portugués Boaventura de Sousa Santos llama “democracia de baja intensidad”, “una isla de relaciones democráticas en un archipiélago de despotismos (económicos, sociales, raciales, sexuales, religiosos) que controlan efectivamente la vida de los ciudadanos y de las comunidades”.
    El hecho de que, tras tres intentos por ganar las elecciones, Lula llegara finalmente al gobierno, y de que fuera ahora el más popular de los candidatos no es prueba de que ese sistema sea democrático sino de que el desgaste producido por el neoliberalismo permitió su llegada a la Presidencia dentro de los estrechos límites del sistema que el ex sindicalista nunca vulneró, ni construyendo nuevos medios de comunicación, ni haciendo una reforma del sistema electoral. Los altos precios del petróleo y la aparición de este en el nuevo yacimiento presal, explotado estatalmente, permitieron una convivencia temporal con la oligarquía brasileña que no veía afectados sus intereses, pero cuando el precio del petróleo bajó, los del poder verdadero no quisieron compartir los efectos con los de abajo y exigieron también el presal y nuevas privatizaciones. El golpista Michel Temer lo confesó el 21 de septiembre de 2016 en un discurso ante la Sociedad de las Américas y el Consejo de las Américas, con sede en la ciudad de New York:

     

    “…nosotros estábamos convencidos de que sería imposible al gobierno continuar con aquel rumbo y entonces sugerimos al gobierno que adoptase las tesis que apuntábamos en aquel documento llamado Un puente para el futuro. Como eso no sucedió, no se adoptó, se instauró un proceso que culminó ahora con mi instalación como presidente de la República”

     

    En el orden internacional, el factor Washington no es secundario. Lo sucedido en Brasil desde que se instauró espuriamente a Temer como Presidente viene de un proceso comenzado con el golpe militar contra Manuel Zelaya en Honduras, continuado en Paraguay y luego en Brasil con golpes parlamentarios y consolidado con las persecuciones judiciales contra Rafael Correa, su vicepresidente Jorge Glass, Cristina Fernández en Argentina y el propio Lula en Brasil. No sólo es tomar el gobierno sino crear las condiciones para que nunca vuelva a ocurrir que se implementen políticas contra los intereses oligárquicos.

     

    Los jueces, muchas veces entrenados en Estados Unidos, procesan lo que los periodistas, también a menudo formados en el mismo lugar, publican en los medios de comunicación que ofician de fiscales las “pruebas” que condicionan el veredicto de la opinión pública. ¿No ocurrirá lo mismo contra Evo y Maduro si logran ponerlos fuera del gobierno?
    No es que esos procesos postneoliberales no cometieran errores, incluyendo la corrupción de algunos de sus líderes, nunca Lula ni Dilma, pero el principal es haber dejado intacto el sistema de dominación clasista que impera en esos países. Es lo que hace la diferencia con Venezuela y Bolivia.
    El cerco contra la Venezuela Bolivariana, principal obsesión de Washington en la región desde que Obama la declarara “amenaza inusual y extraordinaria a la Seguridad nacional” arriba a su mejor momento. Una extensa frontera con Brasil está lista para superar lo que ya sucede en el oeste con Colombia como fuente de paramilitarismo y guerra económica. Agréguesele el conflicto fronterizo en el este con Guyana y la mesa está servida para materializar la intervención militar con la que varias veces ha amenazado Donald Trump, la OEA y su Secretario General Luis Almagro están listos para justificarla como una “exigencia humanitaria”.
    Para Cuba, como dijo el General de Ejército Raúl Castro, el pasado 26 de julio “el cerco se estrecha”, pero la oligarquía cubana está en Miami, no en La Habana. Su máximo representante -el senador estadounidense Marco Rubio- ya se reunió con Bolsonaro y es de presumir lo que pidió contra la Isla y Venezuela, el presidente electo lo acaba de confirma en una entrevista publicada ayer por el periódico Correio Braziliense: Romperá relaciones diplomáticas con Cuba, algo que no ha hecho ni el mismo Donald Trump.
    El nuevo presidente brasileño no es sólo una persona de pensamiento fascista al servicio de quienes lo eligieron para imponer sus intereses en la mayor economía de América Latina sino un enemigo de todos los procesos populares en la región, aliado al sector más extremista de los Estados Unidos que lleva 60 años intentando eliminar la Revolución cubana. Es bueno saberlo.

    LA PUPILA INSOMNE

    (Al Mayadeen)


    Respuesta  Mensaje 5 de 5 en el tema 
    De: Ruben1919 Enviado: 05/11/2018 14:48

    Efecto Bolsonaro: ¿Cómo impacta su triunfo en América Latina?

    Publicado: 5 nov 2018 13:18 GMT | Última actualización: 5 nov 2018 13:28 GMT
    Efecto Bolsonaro: ¿Cómo impacta su triunfo en América Latina?
    Seguidores del próximo presidente brasileño, el ultraderechista Jair Bolsonaro, celebran su triunfo en Brasilia, el 28 de octubre del 2018. Sergio Lima / AFP

    A partir del 1 de enero el país más importante de América del Sur, por su extensión territorial y densidad poblacional, estará gobernado por la extrema derecha durante los próximos cuatro años. Tras imponerse en las elecciones presidenciales, Jair Bolsonaro gobernará a unas 200 millones de personas en los 8,5 millones de kilómetros cuadrados de superficie brasileña. Sería difícil pensar que los cambios políticos, sociales y económicos que se produzcan en el 'Gigante de Sudamérica' no repercutirán en el resto de la región. ¿Qué opinan los especialistas?

    Política latinoamericana

    Desde Colombia, el fundador de la consultora Estrategia y Poder, Carlos Suárez, apunta que "Bolsonaro terminará siendo una punta de lanza de las nuevas épocas de una centro derecha que, seguramente, durará en Latinoamérica unos buenos años". A su vez, destaca que el reciente triunfo del Partido Social Liberal (PSL) se corresponde a que "el elector brasileño castigó los escándalos de corrupción de Lula y Dilma", situación que, según entiende el entrevistado, ya sucedió en otros países vecinos, "como Argentina, donde la izquierda perdió relevancia".

    Suárez es uno de los expertos que critica con dureza las gestiones de la centroizquierda en América Latina, pero no ve con tanto pesimismo el ascenso de la extrema derecha en Brasil: "No creo que Bolsonaro sea un militarista, ni que vaya a terminar siendo un enemigo de la democracia. Sí creo que a partir de sus doctrinas y políticas terminará imponiendo orden económico y social en un Brasil que encontró desbaratado". Desde otro punto de vista, expresa que la victoria del PSL "es el puntillazo final del Foro de San Pablo", un ciclo de reuniones y debates entre movimientos de izquierda latinoamericanos donde se pusieron puntos en común antes de lograr las presidencias de los Kirchner en Argentina, Rafael Correa en Ecuador y Evo Morales en Bolivia, entre otros.

    El nuevo presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, saluda a sus simpatizantes en Río de Janeiro, Brasil, el 31 de octubre de 2018. / Lucas Landau / Reuters

    Sobre las posibles relaciones de Brasil con sus países vecinos una vez que asuma la nueva Administración, el ganador del The Napolitan Victory Awards 2016 —como mejor consultor de oratoria y comunicación— no descarta una alianza entre Jair Bolsonaro y el mandatario de Colombia, Iván Duque, para continuar su cruzada contra el Gobierno de Venezuela. Sin embargo, es prematuro sacar conclusiones sobre injerencias o posibles confrontaciones entre aquellos países latinoamericanos.

    • ¿La internacional derechista?

    Desde la vereda ideológica de enfrente, Atilio Borón, una eminencia de la centroizquierda en el ámbito de la ciencia política, señala que las repercusiones que tendrá el triunfo de Bolsonaro en América Latina "son indudables". El primer motivo, y el más sencillo de explicar, "es que Brasil es un país muy grande y gravitante, pero, en segundo lugar, el resultado electoral se inscribe en una tendencia mundial". Sobre ello, destaca los casos del primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, el ultraderechista ministro del Interior de Italia, Matteo Salvini, la Agrupación Nacional, en Francia, liderada por Marine Le Pen —quien disputó el ballotage contra el actual presidente local, Emmanuel Macron— y Amanecer Dorado, en Grecia, el partido neonazi encabezado por el ex militar Nikolaos Michaloliakos.

    Atilio Borón, sociólogo y doctor en Ciencia Política por la Universidad de Harvard.
    "Al haber una elección como la de Brasil, hay un impacto en la centro izquierda, que puede caer en la tentación de tomar una actitud más moderada, pero yo creo que sería contraproducente".Atilio Borón, sociólogo y doctor en Ciencia Política por la Universidad de Harvard.

    "El capitalismo está pasando por una crisis muy fuerte, entonces surge un reverdecer de estos grupos de extrema derecha radical", opina el investigador. Además, el escritor considera que "hay que entender el fenómeno de Bolsonaro en ese marco internacional" y subraya que "sería un error pensarlo como algo exótico, propio y exclusivo de Brasil". En cuanto al discurso del dirigente brasileño, el especialista opina: "Indudablemente, una política así, brutal, racista, xenófoba y misógina, encuentra eco en un sector significativo de la población latinoamericana". Por otro lado, para dimensionar el posible liderazgo de Brasil en la región, Borón considera que el respaldo del Gobierno de Donald Trump será fundamental.

    En contrapartida con el experto en marketing político citado al comienzo, el académico opina que "el fenómeno Bolsonaro, como el de Macri, están lejos de ser consolidados", y suma: "Macri no tiene asegurada la reelección el año próximo, ni siquiera Cambiemos —alianza que gobierna en Argentina —. Este es un escenario muy volátil e inestable". Pero, ¿cómo podrían reaccionar las fuerzas de centro izquierda en la región ante el ascenso de una figura tan polémica como la de Bolsonaro? "Van a responder dependiendo de hacia dónde vaya el centro de la gravedad en la vida política. Al haber una elección como la de Brasil, hay un impacto en la centro izquierda, que puede caer en la tentación de tomar una actitud más moderada, pero yo creo que sería contraproducente". El ejemplo más claro de esta idea, es decir, el hecho de que todo el espectro político se corra un poco hacia la derecha ante la aparición de determinadas figuras extremistas, es el caso argentino: cuando la imagen de Mauricio Macri comenzaba a crecer antes de las elecciones del 2015, el kirchnerismo optó por Daniel Scioli, un político de centro derecha, para disputarle la Presidencia, sin éxito.

    El presidente de Argentina, Mauricio Macri, a punto de dar un discurso en la Casa Rosada el 27 de septiembre del 2018. Marcos Brindicci / Reuters

    Sobre esta lectura, Borón señala: "Lo importante, ante una radicalización por la derecha de algunos procesos que estamos viendo en países de América Latina, es que las naciones que están gobernadas por fórmulas de centro izquierda tienen que ser muy conscientes y coherentes en la aplicación de sus políticas y no permitir que algunos principios fundamentales sean arrojados por la borda en aras de un oportunismo político". En esa línea, critica el hecho de que el Gobierno de Dilma Rousseff no haya avanzado en la reforma progresiva de la economía para conseguir la equidad tributaria "en uno de los países más desiguales del mundo". Según su parecer, "lo de Bolsonaro es un llamado de atención y puede ser leído así: si no avanzas con energía en la ruta correcta, con las reformas económicas y sociales, podés correr el riesgo de quedarte a merced de un demagogo de derecha en Latinoamérica".

    No obstante, señala que "sería una ingenuidad decir que se ha abierto un ciclo de derecha en América Latina". Sobre este punto, destaca que "hay una crisis de ciclo desde principios de siglo, pero que está muy lejos de constituirse como una alternativa real, concreta, estabilizada y consolidada, que permita decir que hay 20 años de derecha por delante".

    • Posibles relaciones con Washington

    El cambio de color político en varios países del continente logró que EE.UU. incorpore importantes aliados, como Argentina, que se suman al principal socio de Washington en Sudamérica: Colombia. Sin embargo, tras el ascenso de Bolsonaro en Brasil, el orden de prioridades de la Administración norteamericana podría cambiar, por ser "la economía más grande de América Latina", repasa Borón.

    En efecto, para el sociólogo no sería una sorpresa que aquella nación se convierta en el aliado más relevante de la Casa Blanca, ya que sostienen una extensa historia de cercanía: "Brasil mandó tropas a la guerra de Corea y también en la Segunda Guerra Mundial, cosa que Argentina no hizo. Para EE.UU, se trata del aliado privilegiado. Con Argentina, las relaciones siempre fueron más difíciles", compara. No obstante, subraya que la presunta intención estadounidense de querer montar bases militares en el municipio de Alcántara, al nordeste brasileño, "podría contrariar los intereses del 'establishment' militar local, que es muy celoso del control territorial, y generaría una tensión muy fuerte al interior de las filas del Ejército".

    Cambios sociales

    Con otro enfoque, el director del Departamento de Sociología de la Universidad de Chile, Carlos Ruiz, critica: "El problema es jugar solamente a los cálculos electorales, esa cuestión de ofrecerle al electorado un candidato de un poco más aquí o un poco más allá. El ascenso de esta gente es mucho más profundo, tiene raíces en los cambios sociológicos que han operado en la región". El académico es catalogado como uno de los principales ideólogos del Frente Amplio, una alianza que reúne a agrupaciones de izquierda de ese país del Cono Sur con la intención de enfrentar a Nueva Mayoría —cuya referente es la expresidenta Michelle Bachelet— y Chile Vamos —liderado por el mandatario Sebastián Piñera—. A su vez, es muy crítico de "los llamados progresismos" en la región.

    Carlos Ruiz, director del Departamento de Sociología de la Universidad de Chile.
    "Los movimientos de extrema derecha van a intentar usar el ascenso de Bolsonaro para afianzarse en la región".Carlos Ruiz, director del Departamento de Sociología de la Universidad de Chile.

    "Mientras no apuesten a reconstruir sus anclajes sociales y sus capacidades de movilización, no vamos a enfrentar esta situación solamente con alternativas electorales. Lo que expresa este ascenso de la radicalización de la derecha es un fenómeno de fondo, no es una cuestión meramente circunstancial. El nivel de descomposición que tienen los actores sociales a partir de, por ejemplo, las reformas laborales en América Latina, es tremendo", describe el director de la Fundación Nodo XXI, dedicada a la promoción de ideas opuestas al neoliberalismo. En esa línea, agrega: "Ese individuo, solo, que tiene miedo, corre a los brazos de la derecha en este momento. De nosotros depende si eso va a seguir ocurriendo o no. Hay un dilema, que le demanda a la izquierda que tiene que reaccionar. Los ciclos progresistas, en los momentos en que fueron Gobierno, no lo hicieron. Mejoraron la distribución social, sí, pero por vías clientelares".

    Manifestación en defensa de los derechos humanos en Chile, el 9 de septiembre del 2018. Ivan Alvarado / Reuters

    Y sigue: "Con ese ciclo —los Gobiernos nacidos en la década del 2000—, dijimos que era el 'neodesarrollismo' y el 'posliberalismo', pero resulta que el neoliberalismo todavía está aquí y se nos vuelve a venir encima. Esto es un campo incierto, sobre el ascenso de una derecha radicalizada, sin mucho compromiso democrático, militarista y homofóbica". A la hora de hacer pronósticos, siempre hablando desde el aspecto social, Ruiz piensa que "los movimientos de extrema derecha van a intentar usar el ascenso de Bolsonaro para afianzarse en la región". Sobre ello, ejemplifica: "Aquí —en Chile —, la presidenta de la Unión Demócrata Independiente (UDI) —fuerza aliada a Piñera—, Jacqueline Van Rysselberghe, y representantes de esos grupos sociales, viajaron a ver a Bolsonaro cuando todavía era candidato". Más allá de esto, "hay procesos en el seno de la derecha chilena, debates internos, que no hacen tan fácil que esta derecha más radical se convierta en hegemónica". En efecto, destaca que Piñera intenta "absorber al centro político chileno", por ello no le convendría que su fuerza se incline hacia algún extremo.

    Más en detalle, el entrevistado sostiene que en la actualidad "se diluye el eje izquierda-derecha como un eje de construcción de identidad política, porque se confunde". Sobre ello, puntualiza: "Bajo muchos progresismos, se aplicaron muchas políticas neoliberales. Aquí, las políticas de Bush han sido aplicadas por presidentes socialistas. Eso favorece a estos grupos de ultraderecha, que reclutan con discursos más emotivos. No asumen una identidad política clara, sino que agitan más el miedo y otro tipo de sentimientos subjetivos".

    Repercusiones comerciales

    Por otro lado, el futuro ministro de Hacienda de Brasil, Paulo Guedes, al poco tiempo de conocerse el triunfo de Bolsonaro dijo públicamente que "Argentina no es una prioridad y el Mercosur tampoco", dando a entender que la nueva Administración se abriría hacia nuevos mercados, complicando los lazos económicos con otros países regionales. A los pocos días, tras la enorme tensión que despertaron en Buenos Aires esas declaraciones, Guedes se desdijo: "Una periodista hablaba y hablaba, '¿y la Argentina? ¿Y el Mercosur?' Ahí sentí que no me dejaba aire y yo respondí que Argentina no es una prioridad y que el Mercosur no es una prioridad". Según el político, en realidad quiso referirse a que su "principal problema hoy es el desequilibrio interno y el déficit fiscal".

    Martín Alfie, economista especialista en finanzas miembro de Radar, dedicada al comercio exterior.
    "Todavía es muy temprano, pero puede ser una mala noticia para Argentina cambiar las reglas con uno de sus principales socios comerciales y ya hay incertidumbre sobre cómo va a ser la negociación".Martín Alfie, economista especialista en finanzas miembro de Radar, dedicada al comercio exterior.

    De uno y otro modo, lo cierto es que el temor económico se instaló en Sudamérica ante los eventuales giros del país más importante de la región, principalmente en Buenos Aires, por ser su socio más relevante, al menos por ahora. Martín Alfie, economista argentino de la consultora Radar, especializada en comercio exterior, describe que "el flujo comercial actual entre Argentina y Brasil es mayormente de productos industriales, sobre todo del rubro automotriz y autopartes". Al respecto, comenta que "hay dudas sobre el futuro del Mercosur, dado que el asesor económico de Bolsonaro comentó que buscará tratados de libre comercio con otras zonas".

    Vista general del puerto de Santos (Brasil), donde se desarrolla una huelga de camiones el 23 de mayo del 2018. / Paulo Whitaker / Reuters

    Al mismo tiempo, agrega: "Todavía es muy temprano, pero eso puede ser una mala noticia para Argentina ya que cambia las reglas con uno de sus principales socios comerciales y hay incertidumbre sobre cómo va a ser la negociación". En cuanto al resto de los países sudamericanos, describe que "los vínculos comerciales son más débiles".

    Bajo este panorama, resta por ver si los temores económicos, políticos y sociales se cumplen una vez que el Partido Social Liberal asuma la Presidencia de Brasil, a partir del 1 de enero. ¿Se expandirá la extrema derecha?

    Leandro Lutzky



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