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Por EILEEN MOLINA FERNÁNDEZ
El yoga constituye una de las técnicas de relajación más antiguas, insertada en el mundo moderno como un camino hacia la unidad entre el cuerpo y la mente y el encuentro con el yo interno de los seres humanos.
Esta práctica milenaria surgió en la India hace unos cinco mil años y constituyó la explicación para postulados filosóficos de la antigüedad, entre ellos el orden del universo, el origen del hombre y
la existencia del sufrimiento.
La disciplina ha ganado aficionados alrededor de la geografía mundial y hoy se resume en un conjunto de prácticas de posturas, meditación, respiración y cantos rituales.
Pero el yoga resulta también un estilo de vida y una técnica de rehabilitación encaminada a mejorar la calidad de vida en pacientes con patologías médicas asociadas a los huesos, la columna vertebral y enfermedades neurológicas, entre otras.
Dieta saludable y principios éticos como no robar nada, la no violencia y la oposición a la avaricia, distinguen el lenguaje y comportamiento de los adeptos a este arte, reconocidos como yoguis.
La provincia de Holguín, a unos 700 kilómetros en el este de La Habana, es una de las regiones de Cuba en la cual existen espacios para la ejercitación de la técnica antigua, introducida en la isla caribeña desde 1982.
En el oriental territorio, donde habitan unas 300 mil personas, existen programas para fomentar esta práctica ancestral, la cual es, además, una medicina corporal y espiritual.
Instituciones culturales y centros de asistencia médica, contribuyen a la promoción del yoga en la ciudad cubana de los parques, entre ellas el Museo Provincial de Historia La Periquera, el Centro Provincial de Homeopatía y Remedios Florales y el de Investigación y Rehabilitación de las Ataxias Hereditarias (CIRAH).
La doctora Yackelín Madrano, especialista de esa última instalación, única de su tipo en América Latina, precisó a la ACN que la terapia se aplica en pacientes con estas patologías y mejora el equilibrio, la fortaleza muscular, al tiempo que ayuda a asumir y convivir con la enfermedad.
En ocasiones, el yoga se vincula con terapias florales y medicamentos homeopáticos para disminuir trastornos del sueño, dolores musculares y calambres, argumentó Esperanza Gilling, directora del centro dedicado a estos tratamientos. Para muchos el yoga es también una alternativa para emplear el tiempo libre, disfrutar de momentos de relajación, eliminar el estrés y mejorar el estado de ánimo en las labores de la vida cotidiana.
Rita Hernández, de 57 años de edad, imparte clases en las cercanías del Parque San José, en el centro histórico de la urbe, y manifestó que el yoga cambió y equilibró su vida y le mostró un camino nuevo para sentirse bien y en paz consigo misma.
Sea como medicina, búsqueda de la felicidad, modo de vida, el yoga ha trascendido las fronteras de La India, para insertarse como una práctica moderna que penetra el universo subjetivo de la mente humana. (ACN).