La Federación Estatal de Foros por la Memoria ha organizado una recogida de firmas que serán entregadas en la sede de la Conferencia Episcopal.
Considera que la beatificación masiva que la Conferencia Episcopal tiene prevista celebrar en Madrid el próximo 11 de junio, es una oportunidad inmejorable para una declaración pública de petición de perdón.
A la Atención de:
Conferencia Episcopal Española:
Presidente: Cardenal Ricardo Blázquez Pérez Secretario General: José Mª Gil Tamayo
Hemos conocido la noticia de que la Iglesia católica española pretende beatificar el próximo 11 de octubre de 2017 en Madrid a 60 denominados “mártires de Cristo”.
Resulta sorprendente, viniendo de una institución que ha manifestado con vehemencia su oposición a la recuperación de la memoria democrática en nuestro país, con el argumento de que constituye un atentado contra la reconciliación y el perdón, y únicamente busca reabrir heridas cicatrizadas. Asimismo, la Iglesia se ha manifestado en contra de los derechos a la verdad, la justicia y la reparación a las víctimas de graves violaciones de derechos humanos durante la guerra civil y la dictadura franquista, tal y como han recomendado al Estado español las Naciones Unidas y otros organismos internacionales de derechos humanos.
Creemos que el acto del próximo 11 de noviembre constituye una ocasión inmejorable para que la Iglesia Católica pida perdón al conjunto de la sociedad española por su participación en la represión durante la guerra civil y la posguerra, así como por su connivencia con la dictadura franquista y por los beneficios obtenidos de esa colaboración.
En 1936 la jerarquía católica legitimó la rebelión militar contra las instituciones democráticas legales, convirtiendo la guerra en “Cruzada de Liberación Nacional” prestando con ello un enorme servicio a la causa de los militares golpistas, en paralelo al apoyo material prestado a Franco por la Italia fascista y la Alemania nazi.
La participación de clérigos y religiosos en la represión franquista desarrollada a lo largo de toda la guerra y hasta bien avanzada la posguerra, se dio en múltiples formas:
“Asistencia espiritual” durante las ejecuciones extrajudiciales y en cumplimiento de las ilegales sentencias de los tribunales y consejos de guerra franquistas.
Participación de órdenes religiosas en la represión de los/as presos/as políticos/as en el interior de cárceles, campos de concentración, destacamentos de trabajo forzado, etc.
-Participación de los párrocos como denunciantes y delatores de los/as ciudadanos/as, tanto en los ilegales consejos de guerra, como en expedientes de depuración de funcionarios y empleados, concesión de avales y salvoconductos, etc., extendiendo con ello una atmósfera de terror en la sociedad.
La Iglesia católica proporcionó el núcleo de la ideología legitimadora del golpe militar y de la dictadura que, durante cuarenta años, secuestró la soberanía popular. Elaboró la base del sistema ideológico totalitario del régimen -el nacionalcatolicismo- que abarcaba desde el plano de encuadramiento político, hasta los aspectos más personales de la vida cotidiana.
-Ejerció una absoluta represión social, moral e intelectual desde el púlpito, pero sobre todo por medio del monopolio absoluto de un sistema de enseñanza represivo, alienante, clasista y sexista.
Religiosos y religiosas tuvieron un papel central en la siniestra trama de robo de bebés, que tuvo su origen en el secuestro de los hijos e hijas de las presas políticas, y cuya verdadera magnitud sólo ahora está empezando a intuirse.
La represión franquista no se ejerció exclusivamente contra los demócratas, sino que afectó también a pastores y fieles de otros credos, e incluso, en la fase final de la dictadura, a sacerdotes católicos influidos por las corrientes progresistas de la Iglesia de la época.
La Iglesia no ejerció este papel desinteresadamente, sino a cambio de inmensos privilegios tanto económicos como de poder y de capacidad de influencia social, que el actual régimen democrático no ha cuestionado en los 38 años transcurridos desde la muerte física del dictador.
En consecuencia, creemos que es una excelente, aunque tardía oportunidad, para que la Iglesia católica española y en su representación la Conferencia Episcopal, hagan una declaración pública y nítida por la que pidan perdón públicamente al conjunto de la sociedad española, tanto por su participación en los crímenes franquistas como por su colaboración con la dictadura que sojuzgó a la sociedad española entre 1936 y 1977.