Una guerra, librada a través de sus aliados en Suramérica parece ser la única opción, pero una cosa es el marketing mediático y otra muy distinta la realidad operacional.
Lo que no quieren que sepas
La Fuerza Armada Bolivariana se mantiene cohesionada en torno a la Constitución del país y del liderazgo de su Comandante en Jefe, Nicolás Maduro. A pesar de individualidades sin ningún peso real dentro del aparato militar, no existe nada que nos indique que el bastión que define la estabilidad del sistema político en Venezuela, vaya a derrumbarse.
Gina Haspel, experta en operaciones encubiertas, ha sido la gran artífice de la campaña para intentar quebrar la voluntad de la Fuerza Armada Bolivariana. Su objetivo es organizar y alimentar al ejército paralelo que se está preparando en Colombia y que ya ha sido denunciado por el Gobierno venezolano. Para tal fin, cuenta con amplios perfiles de los oficiales que han sido dado de baja por actos ilegales o anti éticos, además de información sobre aquellos que poseen dinero, familiares y propiedades fuera de Venezuela. Cualquier elemento es usado como punto de presión.
Haspel necesita una vanguardia mediática, pues no puede mostrar a las cámaras de televisión el grueso del ejército paralelo, conformado mayoritariamente por paramilitares y elementos de bandas criminales ligadas fundamentalmente al narcotráfico. Sin embargo, a pesar de la cruenta guerra de intimidación, no se ha logrado más que puntuales y tímidas declaraciones desconociendo a Nicolás Maduro. Si pensamos en que la FANB cuenta con más de 500.000 efectivos y en estos momentos, se aproxima a incorporar más de dos millones de milicianos a la defensa del territorio, lo que ha logrado Haspel luce absolutamente insignificante.
Otro aspecto se corresponde con la realidad interna de cada uno de los países que serán usados como punta de lanza para la agresión bélica.
Colombia vive en guerra desde hace más de cincuenta años. En estos momentos, fracasadas las conversaciones con Ejército de Liberación Nacional (ELN) y con el incumplimiento de los acuerdos de paz firmado con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército colombiano reconoce que dejaría amplias vulnerabilidades en su propio territorio si se comprometiera en un conflicto fuera de sus fronteras.
A ello, le sumamos la imposibilidad que tiene Colombia para hacerle frente a los desplazados que provocaría un conflicto militar con Venezuela.
Brasil, no se encuentra mejor. En estos momentos se especula muchísimo sobre el verdadero estado de salud del presidente Jair Bolsonaro. La narrativa oficial, atribuyen la operación a la que fue sometido hace más de una semana, al evento aún no aclarado del todo, en el que fue apuñaleado mientras era candidato presidencial. Una lucha por la sucesión del poder parece abrirse paso en Planalto. Si le agregamos a esta tensión, los señalamientos de corrupción que ha recibido Flávio Bolsonaro y la negativa del ejército brasileño a aceptar una base militar norteamericana en su territorio, podemos atestiguar que las condiciones políticas en Brasil no son del todo propicias para quienes desean involucrarlo en la guerra.