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General: La República que España necesita
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 13/04/2018 21:53 |
El 12 de abril de 1931 se celebraron elecciones municipales en toda España y las candidaturas republicanas consiguieron la mayoría en cuarenta capitales de provincia. Los partidos monárquicos únicamente ganaron en nueve: Ávila, Burgos, Cádiz, Lugo, Orense, Palma de Mallorca, Pamplona, Soria, Vitoria. Incluso aquellas que hoy consideramos atrasadas o reaccionarias como las gallegas o las castellanas votaron entusiasmadas por la República.
En palabras del ministro de la Gobernación la tarde de las votaciones, «las informaciones recibidas de los pueblos pequeños acusaban favorables impresiones, pero las de los pueblos importantes eran, como las de las capitales de provincia, desastrosas.» En Vitoria y Pamplona, donde triunfaron los jaimistas (partidarios del infante Jaime, primer hijo de Alfonso XIII), tras la proclamación de la Segunda República se repitieron las votaciones el 31 de mayo, y se obtuvieron sendas victorias republicanas. La corriente antimonárquica había triunfado en 41 capitales de provincia. En Madrid, los concejales republicanos triplicaban a los monárquicos y en Barcelona los cuadruplicaban. España se acostaba monárquica y se levantaba republicana, y así lo constató el conde de Romanones cuando aconsejó al rey Alfonso XIII que se fuera porque su pueblo no lo quería, a pesar de las consultas que aquel pretendía hacer a su Ejército.
Han transcurrido 87 años y la España que fue republicana, ilustrada, progresista, incluso socialista, acepta la monarquía, al parecer como mal menor, utilizando como chantaje la amenaza siempre presente de otra conflagración civil, cuando ninguna situación actual es comparable con la de 1936 ni existe ninguna justificación a que España, que tanto luchó por la República deba aguantar, sin esperanza de cambio, la saga de los Borbones. Al parecer hay que cumplir el dicho de que los Borbones siempre vuelven: se echó a Isabel II y regresó Alfonso XII, se echó a Alfonso XIII y aquí tuvimos a Juan Carlos I. Pero para ver la corona nuevamente reinando en Españaeste martirizado pueblo, que, como decía Bernardo López García, “no ha tenido más verdugo que el peso de su corona”, que ha librado tres guerras civiles para acabar con el feudalismo, los gobiernos corruptos, una Administración anquilosada, el amiguismo y el enchufismo, la explotación de sus trabajadores, las desigualdades de renta y la marginación y la opresión de sus mujeres, tuvo que ser derrotado trágicamente en la última y soportar 40 años de dictadura. Para encontrarse nuevamente con el reinado borbónico que mantiene los mismos privilegios que un siglo atrás.
Las generaciones crecidas en el caldo de cultivo de la dictadura primero y de la democracia después, no solo en los colegios fascistas, jesuíticos y del Opus sino también en esta escuela pública que no enseña nuestra verdadera historia, no saben nada de lo que fue aquella heroica República y los principios que defendía y que aprobó una Constitución que comenzaba diciendo que “España es una República democrática de trabajadores de toda clase,” y cuyo artículo 3 afirmaba que “El Estado español no tiene religión oficial”. Como declaración de principio ratificaba en su artículo 6 que “España renuncia a la guerra como instrumento de política nacional”. Ya sabemos lo que duró aquella paz y cómo la traicionaron los generales que habían jurado fidelidad a la República.
Aquellos que reclaman la Mancomunidad de sus provincias bajo este Estado monárquico no parecen saber que el Artículo 10 de la Constitución republicana afirmaba que “las provincias se constituirán por los Municipios mancomunados conforme a una ley que determinará su régimen, sus funciones y la manera de elegir el órgano gestor.” Y que este mismo cuerpo legal fue el que estableció las regiones autónomas y aprobó el Estatut de Cataluña y el del País Vasco.
Esa Constitución es la primera en España que establece en su artículo 25 que “No podrán ser fundamento de privilegio jurídico: la naturaleza, la filiación, el sexo, la clase social, la riqueza, las ideas políticas ni las creencias religiosas. El estado no reconoce distinciones ni títulos nobiliarios.” Con tales principios se eliminaban las discriminaciones que sufría la mujer, los privilegios de la aristocracia, las prebendas que mantenía la Iglesia católica y en dos años suprimía el mantenimiento económico de esta, así como disolvía las órdenes religiosas.
Era la primera vez también que se reconocía la igualdad de derechos de ambos sexos en el matrimonio y su disolución por mutuo disenso o con justa causa, así como terminaba con la discriminación de los hijos según fueran habidos fuera o dentro del matrimonio. Y sabemos que en ese mismo texto legal se establecía la igualdad para el hombre y la mujer en el derecho al sufragio universal, igual, directo y secreto.
Con enorme valor que rayaba en una ingenua temeridad, la Constitución republicana se atrevía a declarar en su artículo 44 que“Toda la riqueza del país, sea quien fuere su dueño, está subordinada a los intereses de la economía nacional…con los mismos requisitos la propiedad podrá ser socializada.” Lo que permitió que antes de un año las Cortes Republicanas aprobaran la Ley de Reforma Agraria de 1932, promulgada el 9 de septiembre, que pretendía resolver un problema histórico: la tremenda desigualdad social que existía en la mitad sur de España. Pues junto a los latifundios propiedad de unos centenares de familias, casi dos millones de jornaleros sin tierras vivían en condiciones miserables. El método que finalmente se escogió para resolver el problema fue la expropiación con indemnización de una parte de los latifundios que serían entregados en pequeños lotes de tierra a los jornaleros.
Antes de ello, para solucionar la difícil situación de los jornaleros desde el primer gobierno provisional se tomaron unas medidas en los llamados “Decretos agrarios” de Largo Caballero, en los que se prohibía a los propietarios de tierras que echaran a los campesinos que las arrendaban. Se aplicaba también a los jornaleros la jornada de 8 horas ya conseguidas por los obreros industriales, se obligaba a contratar a jornaleros del propio municipio, y se obligaba a los propietarios a cultivar las tierras bajo amenaza de confiscación, para evitar que los terratenientes boicotearan a la República dejándolas en barbecho. Era evidente que la República no podía sobrevivir ante la feroz ofensiva de los latifundistas que poseían la mayor parte de la riqueza agraria de nuestro país. Y que en alianza con la banca y la gran industria financiaron el golpe de Estado y la Guerra Civil, con las bendiciones de la Iglesia Católica.
Quizá ustedes crean que en la actualidad esa cuestión está resuelta, ya que no se menciona, pero en el día de hoy el 55 por ciento de las tierras cultivables son propiedad de los latifundistas, que son los Grandes de España de la aristocracia, igual que a principios del siglo XX, y que además hoy reciben la mayor parte de las ayudas económicas de la UE en el Plan Agrario Europeo.
Por supuesto, el Presidente de la República era “criminalmente responsable de la infracción delictiva de sus obligaciones constitucionales” al que se podía acusar por la comisión de cualquier delito. La impunidad solo es privilegio de reyes.
Y sería bueno recordar cómo se escogía a los componentes del Tribunal de Garantías Constitucionales, que hoy se encuentra en estado de sospecha por su forma de elección, mientras que la República establecía una enorme variedad de participantes, desde los magistrados escogidos por el Parlamento a un representante de cada una de las regiones españolas, dos miembros nombrados por todos los colegios de Abogados de la República y cuatro profesores de las Facultades de Derecho, que hacía imposible la venalidad o la parcialidad en sus resoluciones.
Ciertamente esa República elegida en 1931 se adelantaba en medio siglo a la de muchos otros países europeos y hoy sería modelo de la que España necesita.
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Tercera República: estamos llegando
ANA PARDO DE VERADirectora de Público
Hace 87 años de la Segunda República y en Público, como siempre, reivindicamos sus valores, muy alejados de la dictadura autoritaria de Franco, pero también lejos del pacto de privilegios de la Transición y del sistema político e institucional blindado que parió ese pacto y que se ha resistido a ser renovado. Al menos, hasta ahora.
La monarquía restaurada por el dictador fascista en la figura del rey Juan Carlos y apuntalada en la Constitución Española de 1978 sin referéndum previo (hurtado a los españoles, según Adolfo Suárez, por los malos pronósticos para la Corona) ha envejecido mal y muy rápido en el último lustro, pese a los intentos de insuflarle oxígeno desde esa red de protección que la ha mantenido siempre y que detallamos en los textos de este especial de Público: 14 de abril / Una monarquía a la deriva.
A falta de medidores de opinión oficiales —el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha suprimido en las encuestas sus preguntas sobre la monarquía desde abril de 2014 cuando aún reinaba Juan Carlos—, este periódico ha decidido poner luz sobre la situación de una institución tocada por la descomposición que afecta a todo el sistema: corrupción en el seno de la (ex) Familia Real, nula credibilidad en el mensaje público, autoritarismo frente a la diversidad ideológica, falta de transparencia y empatía y muchos, muchos privilegios injustificables en una democracia del siglo XXI.
La diversidad ideológica, la disidencia y la crítica generalizada a nuestro sistema se han admitido con simpatía y campechanía siempre que fueran minoritarias, molestaran poco a quienes trabajaban por apuntalar un Estado a medida y pudieran ser domadas sin poner en riesgo los privilegios pactados en una transición dirigida por un rey nombrado por Franco y un presidente del Gobierno elegido por este rey.
El punto de inflexión en España en este momento es que la disidencia controlada ha pasado a ser disidencia mayoritaria, como el independentismo en el Parlament de Catalunya, los pensionistas en la calle o las feministas en todas partes. Todos éstos —y más— son síntomas de la misma descomposición del sistema que tiene en la monarquía su núcleo aglutinador.
Si la monarquía se cae, su sistema se viene abajo. Por eso abdicó Juan Carlos y por eso reina Felipe VI. Por eso la red de protección de la Corona ha intentado hacerse más tupida, con leyes que se vuelven contra la justicia y actúan en lugar de la política, protegiendo al sistema y protegiendo al rey. Pero esa red no es suficiente cuando los/as ciudadanos/as dicen “Basta” de desigualdades, privilegios e injusticia, y medios de comunicación como Público les dan voz y denuncian su situación frente a los privilegios del sistema.
La monarquía fue la primera piedra del sistema postdictadura en España, el eslabón principal con el fascismo, y es posible que sea la última en caer (al fin y al cabo, al rey lo ató directamente el dictador para que el rey atase la Constitución y todo lo demás). Pero, tal y como reflejamos en este especial, la monarquía la hacen los monárquicos y lo que pulula en torno a los reyes no es nada de eso, sino un sistema de intereses políticos y económicos, muy corrompidos ya y de los que hoy enseñamos el rostro sin pixelar. Tan antipático.
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40 años de Constitución Española: ¿Hay motivos para la celebración?
Publicado: 6 dic 2018 06:39 GMT | Última actualización: 6 dic 2018 11:27 GMT
La independencia de Cataluña, la llegada de la ultraderecha y el descrédito de la Corona son los principales caballos de batalla en esta conmemoración nacional.
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Independentismo contra unidad nacional
Uno de los flancos por el que la norma básica está más cuestionada es en lo que respecta a la concepción territorial del Estado. La legislación suprema proclama la "indisoluble unidad de la Nación española", pero el desafío independentista catalán ha puesto en tela de juicio este precepto. Es precisamente en base a este artículo por lo que el Estado español no concibe la celebración de un referéndum de autodeterminación que pudiese abrir la puerta a la independencia de una parte del país.
Pero no solo desde Cataluña hay críticas a este respecto. Otros sectores abogan por una República federal, como es el caso del partido Podemos, liderado por Pablo Iglesias.
En el lado opuesto, voces de la derecha apuestan por recentralizar el Estado. España cuenta con 17 Comunidades Autónomas, que tienen un Gobierno y una Cámara legislativa y que tienen traspasadas las competencias en muchos sectores, como son la educación y la sanidad. Vox aboga directamente por la eliminación de las Autonomías. Otros, como el Partido Popular o Ciudadanos quieren que algunas de las competencias ahora asumidas por las regiones vuelvan a manos del Estado.
Descrédito de la Monarquía
Pero, quizá, la institución más 'tocada' de todas cuantas recoge la Constitución es la Monarquía. El desprestigio comenzó durante los últimos años del reinado del anterior monarca, Juan Carlos I, actual rey emérito. Primero salió a la luz el caso Nóos, por el que su yerno ha acabado cumpliendo condena en la cárcel. Después vinieron el escándalo de su 'amiga' Corinna, la polémica de su cacería en Botsuana –donde se rompió la cadera–, y los rumores constantes sobre su papel como comisionista cuando ha intervenido para cerrar tratos comerciales que beneficiaban a empresas españolas.
Todo lo anterior desembocó en la abdicación de Juan Carlos I, pensando que su sustitución por una figura como la de su hijo, Felipe VI, regeneraría la Corona. Lo cierto es que no ha sido así, y el papel de éste último el 3 de octubre de 2017, cuando dirigió un discurso a la nación con motivo del referéndum catalán declarado ilegal y celebrado tan solo dos días antes, fue muy criticado.
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El propio origen de la Monarquía en España está muy cuestionado. Juan Carlos I fue elegido como heredero al trono por el dictador Francisco Franco, que lo designó su sucesor en la Jefatura del Estado. De hecho, su proclamación se produjo el 22 de noviembre de 1975, dos días después de la muerte del dictador, y tres años antes de que se votara la Constitución.
Su inclusión en la Carta Magna no estuvo tampoco exenta de polémica. En 1995 el propio Adolfo Suárez, presidente del Gobierno cuando se aprobó, le reconocía a la periodista Victoria Prego que "la mayor parte de los jefes de Gobierno extranjeros" le pedían "un referéndum sobre Monarquía o República". Sin embargo, admitía que "hacía encuestas y perdíamos…". Por lo que finalmente se optó por introducirla en un texto que debía ser votado al completo, hurtando la posibilidad a los españoles de elegir entre Monarquía o República.
Un texto superado por los tiempos
La España que dio a luz la Constitución de 1978 es muy diferente a la que existe hoy en día. En ese año el país hispano no pertenecía a la Unión Europea (entonces Comunidad Económica Europea) y era considerado un país subdesarrollado por el Banco Mundial (así siguió siendo hasta 1991). Los españoles pagaban en pesetas, una moneda que podían devaluar para capear las crisis económicas. Ese año se legalizaron los anticonceptivos, a la vez que el adulterio dejaba de ser delito y se sentaban las bases del divorcio, que llegaría en 1981.
Los avances de la sociedad española han hecho que muchas partes del texto constitucional se hallen a día de hoy obsoletas:
- Los tribunales de honor, a pesar de estar recogidos en la Carta Magna referidos tan solo al ámbito castrense, finalmente han sido suprimidos definitivamente a través de una ley orgánica.
- También se menciona el servicio militar obligatorio, que dejó de existir en España en 1999.
- Asimismo nombra a los "disminuidos físicos, sensoriales o psíquicos", nomenclatura ampliamente superada en la actualidad por otros términos como el de discapacitatos o personas con diversidad funcional.
- En la norma existe una mención explícita a la Iglesia católica, a pesar de que se dice que "ninguna religión tendrá carácter estatal".
- Y una de las contradicciones más discutidas de su texto es la preeminencia del hombre sobre la mujer en el acceso a la Corona. A pesar de enunciar que no puede haber discriminación por razón de sexo, en el caso de la institución de la Monarquía sí se admite y se legisla la marginación de la mujer.
¿Necesita una puesta a punto?
Desde el partido de Pablo Casado, el Partido Popular, se cree que necesita pequeños cambios, pero opinan que es un riesgo hacerlo en estos momentos con el melón abierto de la cuestión catalana.
Ciudadanos también apuesta por pequeños retoques, como la supresión de los aforamientos de los parlamentarios .
Los partidos progresistas son más ambiciosos a este respecto y abogan por grandes transformaciones. Es el caso de Podemos, que defiende la supresión de la Monarquía, para lo que sería necesario un referéndum.
El presidente español, Pedro Sánchez, del partido socialista, también es partidario de algunos cambios de más calado, aunque es consciente de que no da tiempo a llevarlos a cabo en esta legislatura.
Nuria López
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El imparable deterioro de la monarquía española
Publicado: 6 dic 2018 03:13 GMT
El 6 de diciembre de 1978 se aprobaba en España la Constitución que sustituía al franquismo y debía consolidar la monarquía como forma de gobierno. Pero cuarenta años después, tanto esa Carta Magna como su mayor símbolo, la Corona, se encuentran gravemente deterioradas y discutidas.
Más que crisis, punto de inflexión
La crisis del año 2008, de la que España todavía no se ha recuperado, fue un punto de inflexión que no solo terminó con el llamado Estado de Bienestar –tal y como se le llamó y conoció– o con las expectativas de los más jóvenes de superar a sus padres, sino que también supuso el comienzo de un análisis crítico de lo acontecido en España desde la muerte de su último dictador, Francisco Franco. No es casualidad, pues, que un periodo como el de la Transición, que abarca desde 1975 —año en el que falleció el caudillo— hasta 1982 —cuando se estableció el gobierno socialista de Felipe González—, pasara entonces del oscurantismo y el desinterés al debate nacional. Un lugar privilegiado que todavía no abandona.
En 2010, y para sorpresa del mundo editorial, 'Anatomía de un instante', un ensayo narrativo de Javier Cercas sobre el fallido golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, se convertía en la sorpresa del año. Era un acontecimiento doblemente histórico, por tratarse de un libro basado en un episodio posterior a la dictadura y por responsabilizar en parte al rey Juan Carlos I de lo acontecido durante la intentona, así fuese en términos de "conducta antidemocrática". Por supuesto, antes y después existieron otros títulos que acusaron al monarca de mucho más, pero ninguno tuvo el referendo del poder: la novela de Cercas fue galardonada con el Premio Nacional de Narrativa. Si el 'establishment' estaba dispuesto a admitir la perpetración de ciertos 'errores' en los años posteriores al franquismo, ello solo era consecuencia de la presión generada por el proceso revisionista al que estaba siendo sometida la historia reciente española. Era solo el comienzo.
En el año 2012, en abril, en mitad de una durísima crisis, los españoles descubrieron con estupefacción que Juan Carlos I había sido hospitalizado por una fractura de cadera sufrida en un viaje a Botsuana, a donde fue para cazar elefantes. Viaje del que poco después se sabrían los detalles más escabrosos: la aventura fue pagada por un empresario saudí y contó con la presencia de la amante regia, Corinna. Ante la presión generada, Juan Carlos I ofreció unas disculpas que se han convertido en históricas ("Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir"). Aquel día, un simple ciudadano, un espontáneo, esperó al rey en el parking con una pancarta que rezaba "Rey dimisión. Estás despedido".
El rey Juan Carlos aún no lo sabía, pero efectivamente sería 'despedido' poco después, cuando en junio del año 2014 se vio obligado a abdicar ante el escándalo de corrupción provocado por su yerno, Iñaki Urgandarín (hoy condenado y en prisión), y su hija, la Infanta Cristina. Un farragoso caso de corrupción (conocido como Noós) que debió provocar la imputación del monarca y que, tal y como admitió el propio juez instructor tiempo después, solo fue impedido por inviabilidad jurídica. Pero el blindaje del que por entonces disfrutaba el monarca quedó constreñido al marco jurídico, pues los medios de comunicación pasaron a expresarse abiertamente sobre la conducta del rey, aunque solo fuera empujados por la indignación ciudadana mostrada en las redes sociales.
En estas circunstancias, el desapego de la ciudadanía llegó a tal nivel que el CIS, centro de estudios sociológicos español, decidió suspender las preguntassobre la monarquía española en abril del año 2015. Situación impensable años atrás cuando la monarquía obtenía año tras año la máxima calificación de todas las instituciones (7,8 sobre 10 en 1998, por ejemplo). Sin embargo, desde el año 2011, coincidiendo con la crisis y los episodios relatados, los ciudadanos percibieron a la monarquía de forma negativa, o al menos así lo mostraban las distintas encuestas realizadas. En abril de 2013 la monarquía fue suspendida por los españoles (3,68), suspenso que se mantuvo tras la abdicación en favor de Felipe VI en junio de 2014, aunque la percepción había mejorado en parte (4,34 en abril de 2015). Fue la última vez que la ciudadanía fue consultada, lo que no hace otra cosa que arrojar más dudas sobre una percepción que se intuye negativa.
Al año siguiente, en 2016, la situación continuó empeorando cuando se dio a conocer el vídeo grabado en 1995, con motivo de una entrevista entre la periodista Victoria Prego y Adolfo Suárez, ya entonces expresidente del Gobierno (presidente entre 1977 y 1981). En dicho vídeo, Adolfo Suárez admitía, cuando pensaba que no estaba siendo grabado, que no sometieron la monarquía a votación porque habían realizado encuestas y las mismas arrojaban resultados negativos. Este vídeo generó aturdimiento en una gran parte de la ciudadanía y apuntaló la sensación de ardid que muchos españoles percibían de la Transición. También de la Constitución.
La degeneración de la monarquía, no obstante, se ha acrecentado en los dos últimos años por la actuación ante la crisis territorial en Catalunya y las polémicas relaciones con los sauditas. Ya en agosto de 2017 con motivo de los atentados de Barcelona, el rey sintió el rechazo de una gran parte de los catalanes cuando quiso acudir a la manifestación contra el terrorismo. Rechazo que se hizo más considerable al año siguiente, en 2018. Repulsa que se debe en gran medida a las cuestionables relaciones con Arabia Saudí, la venta de armas a estos mientras perpetraban bombardeos sobre población civil en Yemen y el apoyo saudí a la expansión de las ideas más radicales que subyacen en la mayoría de los atentados radicales islámicos.
Además, la tensión territorial catalana no ha sido, a tenor de las consecuencias, un ejemplo de gestión. Una prueba de ello lo constituye el 3 de octubre de 2017, uno de los días más negros de la monarquía borbónica. Quizás su tumba histórica. Ese día Felipe VI dirigió un discurso televisivo legitimando la brutalidad policial exhibida en Catalunya con los ciudadanos que pretendían votar en el referéndum del 1 de octubre. Lo hizo, además, sin el más mínimo gesto a los catalanes (apelación al diálogo y palabras en catalán). Las palabras regias generaron indignación en millones de ciudadanos, especialmente aquellos situados ideológicamente en el independentismo y los sectores más progresistas, por la total ausencia de empatía.
Todo ello ha fomentado que este 2018 haya sido el año en el que mayores y más estruendosas protestas han recibido los monarcas allá donde han acudido. Ya no era una cuestión de Barcelona por la conmemoración de los atentados o de Catalunya por las tensiones territoriales, sino de toda España. Desde Asturias a Granada, pasando por Mallorca, Girona o San Sebastián, cada aparición pública de la Familia Real ha sido acompañada de concentraciones, pitadas y protestas. Los españoles cada vez muestran su repulsa con más descaro.
Prueba de ello son los referéndums organizados de forma espontánea en las universidades españolas como 'conmemoración' del cuadragésimo aniversario de la firma de la Constitución (hasta 26 universidades públicas de las 50 públicas y 32 privadas existentes en España). En la misma línea, en la de protesta simbólica, se puede enmarcar el referéndum organizado en 50 barrios de la capital de España, Madrid, que se cerró con el triunfo de la República con un 93% (aunque con una participación insignificante en términos electorales).
Hoy solo son silbidos, concentraciones y repulsas, pero el sentir ciudadano en cuanto a la monarquía expresa serias dudas sobre su continuidad. Más, incluso, que el expresado por aquel ciudadano que de forma tan osada como premonitoria 'despidió' en 2012 al rey Juan Carlos. Dos años después, abdicó.
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El imparable deterioro de la monarquía española
Publicado: 6 dic 2018 03:13 GMT
El 6 de diciembre de 1978 se aprobaba en España la Constitución que sustituía al franquismo y debía consolidar la monarquía como forma de gobierno. Pero cuarenta años después, tanto esa Carta Magna como su mayor símbolo, la Corona, se encuentran gravemente deterioradas y discutidas.
Más que crisis, punto de inflexión
La crisis del año 2008, de la que España todavía no se ha recuperado, fue un punto de inflexión que no solo terminó con el llamado Estado de Bienestar –tal y como se le llamó y conoció– o con las expectativas de los más jóvenes de superar a sus padres, sino que también supuso el comienzo de un análisis crítico de lo acontecido en España desde la muerte de su último dictador, Francisco Franco. No es casualidad, pues, que un periodo como el de la Transición, que abarca desde 1975 —año en el que falleció el caudillo— hasta 1982 —cuando se estableció el gobierno socialista de Felipe González—, pasara entonces del oscurantismo y el desinterés al debate nacional. Un lugar privilegiado que todavía no abandona.
En 2010, y para sorpresa del mundo editorial, 'Anatomía de un instante', un ensayo narrativo de Javier Cercas sobre el fallido golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, se convertía en la sorpresa del año. Era un acontecimiento doblemente histórico, por tratarse de un libro basado en un episodio posterior a la dictadura y por responsabilizar en parte al rey Juan Carlos I de lo acontecido durante la intentona, así fuese en términos de "conducta antidemocrática". Por supuesto, antes y después existieron otros títulos que acusaron al monarca de mucho más, pero ninguno tuvo el referendo del poder: la novela de Cercas fue galardonada con el Premio Nacional de Narrativa. Si el 'establishment' estaba dispuesto a admitir la perpetración de ciertos 'errores' en los años posteriores al franquismo, ello solo era consecuencia de la presión generada por el proceso revisionista al que estaba siendo sometida la historia reciente española. Era solo el comienzo.
En el año 2012, en abril, en mitad de una durísima crisis, los españoles descubrieron con estupefacción que Juan Carlos I había sido hospitalizado por una fractura de cadera sufrida en un viaje a Botsuana, a donde fue para cazar elefantes. Viaje del que poco después se sabrían los detalles más escabrosos: la aventura fue pagada por un empresario saudí y contó con la presencia de la amante regia, Corinna. Ante la presión generada, Juan Carlos I ofreció unas disculpas que se han convertido en históricas ("Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir"). Aquel día, un simple ciudadano, un espontáneo, esperó al rey en el parking con una pancarta que rezaba "Rey dimisión. Estás despedido".
El rey Juan Carlos aún no lo sabía, pero efectivamente sería 'despedido' poco después, cuando en junio del año 2014 se vio obligado a abdicar ante el escándalo de corrupción provocado por su yerno, Iñaki Urgandarín (hoy condenado y en prisión), y su hija, la Infanta Cristina. Un farragoso caso de corrupción (conocido como Noós) que debió provocar la imputación del monarca y que, tal y como admitió el propio juez instructor tiempo después, solo fue impedido por inviabilidad jurídica. Pero el blindaje del que por entonces disfrutaba el monarca quedó constreñido al marco jurídico, pues los medios de comunicación pasaron a expresarse abiertamente sobre la conducta del rey, aunque solo fuera empujados por la indignación ciudadana mostrada en las redes sociales.
En estas circunstancias, el desapego de la ciudadanía llegó a tal nivel que el CIS, centro de estudios sociológicos español, decidió suspender las preguntassobre la monarquía española en abril del año 2015. Situación impensable años atrás cuando la monarquía obtenía año tras año la máxima calificación de todas las instituciones (7,8 sobre 10 en 1998, por ejemplo). Sin embargo, desde el año 2011, coincidiendo con la crisis y los episodios relatados, los ciudadanos percibieron a la monarquía de forma negativa, o al menos así lo mostraban las distintas encuestas realizadas. En abril de 2013 la monarquía fue suspendida por los españoles (3,68), suspenso que se mantuvo tras la abdicación en favor de Felipe VI en junio de 2014, aunque la percepción había mejorado en parte (4,34 en abril de 2015). Fue la última vez que la ciudadanía fue consultada, lo que no hace otra cosa que arrojar más dudas sobre una percepción que se intuye negativa.
Al año siguiente, en 2016, la situación continuó empeorando cuando se dio a conocer el vídeo grabado en 1995, con motivo de una entrevista entre la periodista Victoria Prego y Adolfo Suárez, ya entonces expresidente del Gobierno (presidente entre 1977 y 1981). En dicho vídeo, Adolfo Suárez admitía, cuando pensaba que no estaba siendo grabado, que no sometieron la monarquía a votación porque habían realizado encuestas y las mismas arrojaban resultados negativos. Este vídeo generó aturdimiento en una gran parte de la ciudadanía y apuntaló la sensación de ardid que muchos españoles percibían de la Transición. También de la Constitución.
La degeneración de la monarquía, no obstante, se ha acrecentado en los dos últimos años por la actuación ante la crisis territorial en Catalunya y las polémicas relaciones con los sauditas. Ya en agosto de 2017 con motivo de los atentados de Barcelona, el rey sintió el rechazo de una gran parte de los catalanes cuando quiso acudir a la manifestación contra el terrorismo. Rechazo que se hizo más considerable al año siguiente, en 2018. Repulsa que se debe en gran medida a las cuestionables relaciones con Arabia Saudí, la venta de armas a estos mientras perpetraban bombardeos sobre población civil en Yemen y el apoyo saudí a la expansión de las ideas más radicales que subyacen en la mayoría de los atentados radicales islámicos.
Además, la tensión territorial catalana no ha sido, a tenor de las consecuencias, un ejemplo de gestión. Una prueba de ello lo constituye el 3 de octubre de 2017, uno de los días más negros de la monarquía borbónica. Quizás su tumba histórica. Ese día Felipe VI dirigió un discurso televisivo legitimando la brutalidad policial exhibida en Catalunya con los ciudadanos que pretendían votar en el referéndum del 1 de octubre. Lo hizo, además, sin el más mínimo gesto a los catalanes (apelación al diálogo y palabras en catalán). Las palabras regias generaron indignación en millones de ciudadanos, especialmente aquellos situados ideológicamente en el independentismo y los sectores más progresistas, por la total ausencia de empatía.
Todo ello ha fomentado que este 2018 haya sido el año en el que mayores y más estruendosas protestas han recibido los monarcas allá donde han acudido. Ya no era una cuestión de Barcelona por la conmemoración de los atentados o de Catalunya por las tensiones territoriales, sino de toda España. Desde Asturias a Granada, pasando por Mallorca, Girona o San Sebastián, cada aparición pública de la Familia Real ha sido acompañada de concentraciones, pitadas y protestas. Los españoles cada vez muestran su repulsa con más descaro.
Prueba de ello son los referéndums organizados de forma espontánea en las universidades españolas como 'conmemoración' del cuadragésimo aniversario de la firma de la Constitución (hasta 26 universidades públicas de las 50 públicas y 32 privadas existentes en España). En la misma línea, en la de protesta simbólica, se puede enmarcar el referéndum organizado en 50 barrios de la capital de España, Madrid, que se cerró con el triunfo de la República con un 93% (aunque con una participación insignificante en términos electorales).
Hoy solo son silbidos, concentraciones y repulsas, pero el sentir ciudadano en cuanto a la monarquía expresa serias dudas sobre su continuidad. Más, incluso, que el expresado por aquel ciudadano que de forma tan osada como premonitoria 'despidió' en 2012 al rey Juan Carlos. Dos años después, abdicó.
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La idea de quitar la inviolabilidad al rey reabre el debate en España
Publicado: 9 dic 2018 16:21 GMT
La propuesta del presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, de suprimir la inmunidad del rey reabrió una polémica en el país. Desde La Moncloa señalaron que se trató solo de una reflexión y aseguraron que no ha habido ninguna propuesta en este sentido para reformar la Constitución. Sánchez planteó que el propio Felipe VI apoyará la medida. Los medios no tardaron en reaccionar con escepticismo a sus palabras.
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Profanan en Madrid las tumbas del fundador del Partido Socialista español y de una histórica dirigente comunista
Publicado: 11 feb 2019 19:47 GMT
Los hechos se habrían producido sobre las dos de la tarde de este lunes, en el cementerio de La Almudena, en el centro de la capital de España.
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Las tumbas del fundador del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pablo Iglesias, y de la dirigente del Partido Comunista Dolóres Ibárruri, conocida como 'La Pasionaria', han sido atacadas este lunes con pintura blanca.
La profanación ha sido notificada por Lolita Ruiz Ibarruri, nieta de la histórica figura del comunismo español, que ha permanecido en el cementerio junto con varios efectivos de la policía científica que investiga los hechos.
Otro monumento del cementerio, el dedicado a los Caídos de la División Azul –una unidad militar contraria, por cierto, a las fuerzas comunistas– ha sido también objeto del mismo acto vandálico.
La compañía que gestiona este cementerio público ha notificado oficialmente el ataque a los titulares de las tumbas (Partido Comunista y Partido Socialista) y el Ayuntamiento de Madrid asegura que la misma entidad se ha ofrecido a hacerse cargo de las labores de reparación. El consistorio madrileño también ha asegurado que se abrirá una investigación para esclarecer los hechos.
Pablo Iglesias Posse fundó el PSOE en mayo de 1879 y fue presidente del sindicato Unión General de trabajadores (UGT) entre 1889 y 1925. Por su parte, Dolores Ibárruri fue Secretaria del Partido Comunista Español (PCE) entre 1942 y 1960, y presidenta de la misma formación desde 1960 hasta su muerte en 1989.
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