La iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda es un enorme proyecto comercial diseñado por China que pretende conectar Europa, Asia del Sur y Oriental, Asia Central, Oriente Medio y también América Latina.
Se trata de una iniciativa que puede consolidar "un círculo virtuoso entre China y los países de la región", señala un documento elaborado en 2017 por los académicos Esteban Zottele y Wei Qian, investigadores del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Changzhou.
A su vez, esta nueva ruta de la seda será capaz de fomentar un espacio de "armonía en materia de relaciones internacionales", añaden los académicos.
Es que América Latina tiene un espacio preferencial dentro de "los planes estratégicos de desarrollo económico de China", apunta José Antonio Egido, analista de temas internacionales.
La región "es de la mayor importancia" para los planes chinos, "no solo por los recursos naturales y las materias primas, sino porque es una zona de alianzas políticas, con países que se encuentran en la misma situación que China antes de su revolución", señala el también sociólogo.
Esto quiere decir, indica Egido, que China "sabe perfectamente cuál es la formación económica, el tipo de sociedad, de dónde vienen las coyunturas actuales latinoamericanas, y la entiende política y económicamente".
En noviembre 2016, poco después de la victoria electoral de Donald Trump en Estados Unidos, el gigante asiático lanzó un amplio programa de intervención estratégica que abarca aspectos económicos, comerciales, de infraestructura, cooperación estatal, aduanera, de seguridad y hasta aeroespacial para América Latina y el Caribe.
La ruta
Esa cooperación se engrana a un plan superior de la República Popular China que en septiembre de 2013 propuso el presidente Xi Jinping.
En ese momento, habló de construir la Franja Económica de la Ruta de la Seda y, poco después, planteó ampliar el proyecto con una ruta de la Seda Marítima.
El proyecto tiene como raíz la reconstrucción de la antigua Ruta de la Seda y la creación de una marítima paralela, que impactará a unos 70 países, que cuentan con el 75% de las reservas energéticas conocidas del mundo, el 70% de la población mundial y estaría en capacidad de generar cerca del 55% del PIB mundial, según los cálculos publicado por un informe del Consejo Cultural y Comercio México-China.
La ruta se sostendrá sobre cinco pilares: comunicación política, circulación monetaria, entente entre pueblos, conectividad vital y fluidez.
El Gobierno chino aspira que la ruta se encuentre operando para el año 2049, cuando se cumplen 100 años de fundación de la República Popular.
Aportes
Por otro lado, la ruta de la seda pretende generar para los países involucrados una mejor distribución de los ingresos, reducción de pobreza y marginalidad, aumento del empleo y una nueva distribución de las economías regionales.
Además, con las inversiones económicas ofrecidas por China se proyecta modernizar la infraestructura de transporte terrestre, aéreo y portuario, para aumentar la interconectividad regional.
Paso a paso
China ha dado muestras de avanzar de forma estratégica en su relación con los países latinoamericanos. Para ello, incrementó progresivamente sus lazos políticos y comerciales.
Como ejemplo de ello, el volumen comercial entre China y América Latina se ha multiplicado por más de 20 durante la última década, hasta situarse en 236.500 millones de dólares en 2015.
Igualmente, desde 2014, meses después del anuncio del proyecto comercial, el Gobierno de Xi Jinping estableció un Fondo de la Ruta y, dos años más tarde (2016), fundó el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB), un organismo al que se sumaron 57 países, incluyendo a Brasil, Bolivia, Chile, Perú y Venezuela.
A la fecha, China es el segundo mayor socio comercial y la tercera fuente de inversión de Latinoamérica.
Solo comercio
La inclusión de Latinoamérica en este proyecto choca de frente con los intereses de Estados Unidos en una zona que ha considerado por años su patio trasero.
No obstante, la periodista y escritora argentina Telma Luzzani señala que "China no busca ocupar estratégicamente la región". Su principal interés, apunta, consiste en hacer "buenos negocios, proveerse de recursos naturales y minerales que la región tiene y ellos necesitan".
Aún así, la también analista internacional puntualiza que Estados Unidos "ha sido muy explícito en cuanto a su rivalidad con China", según registra el último documento relacionado con su doctrina militar.
¿Quién domina en la región?
De allí la más reciente gira del jefe del Pentágono, James Mattis, por América Latina. Para Luzani, el militar estadounidense dejó bien claro que EE.UU. tiene "el objetivo de desplazar a China de la región".
Explicó que Mattis "desempolvó" en sus discursos el antiguo argumento de que Estados Unidos "comparte los mismos valores democráticos que América Latina, mientras que China y Rusia no".
Para la periodista, ese argumento fue una fórmula para evitar hablar directamente "de lo que realmente preocupa a EE.UU.", es decir, la presencia de China como socio comercial y como inversionista.
No obstante, China no tiene una enorme influencia en la región, agrega Telma Luzzani, ya que esta parte del mundo aún "sigue siendo muy dependiente de Estados Unidos".
Alertó sobre "el nuevo ciclo" iniciado por la Administración Trump en Latinoamérica y que, en su opinión, "es el retorno estadounidense a la región, con un enorme esfuerzo por militarizar, por imponerse, y por no perder su influencia sobre esta región".
Lo cierto es que el proyecto chino de la nueva ruta de la seda gana adeptos entre los países de América Latina porque, según el sociólogo José Antonio Egido, "China ofrece a los gobiernos la posibilidad de conseguir financiamiento sin el endeudamiento que suponen las condiciones tradicionales del Fondo Monetario Internacional" (FMI).
Lo que hace prever, "sin duda alguna, que China va a pelear ese espacio comercial", concluye Telma Luzzani.
Ernesto J. Navarro