Los padres han de estar al tanto de las preocupaciones de los hijos. (Foto: diariocontraste.com).
A cargo de ROSA M.CUBELA
La crianza de los hijos nos conduce a una serie de dudas acerca de lo que hacemos y si esto es conveniente para ellos.
Cuando son pequeños, su llanto nos indica si es tiempo de alimentarlos o cambiarlos de pañal, luego cuando aprenden a hablar reconocer sus necesidades es más fácil, pero nos enfrentamos al proceso de su independencia y a nuevas exigencias.
Si nuestro hijo tiene problemas para aceptar normas, ¿cómo podemos ayudarlo? Por lo general los niños requieren de seguridad, lo que en algunas oportunidades los conduce a experimentar conductas con el fin de saber hasta dónde les permitimos actuar, esto es lo que definimos como límites. El mundo es novedoso para ellos y nosotros somos su guía.
En sus primeros años de vida, tienden a buscar nuestra aprobación; pero también a ser el centro de nuestra vida, a exigir constante atención. Luego, en la etapa de la pubertad requieren de espacio personal y de independencia. En la cual nosotros como padres intentamos integrarnos a lo que ellos hacen y les interesa, sin obtener a veces resultados muy positivos, pero tenemos que intentarlo y buscar fórmulas para lograrlo. Por eso es importante aprender a conocerlos, lo que les gusta y lo que desean encontrar. ¿Quieren llamar la atención o realmente tienen un problema?
Si nuestro hijo mayor no presentó dificultades conductuales, no significa que el siguiente se comportará de igual manera, por lo tanto requiere de un trato individualizado. Es importante descubrir las pequeñas sutilezas que distinguen a uno del otro y aprender a escuchar. Seamos simples, preguntemos cómo les ha ido y observemos su conducta: cómo sonríe si está contento, cómo lo hace para evitar un problema. En algunas oportunidades los niños tienden a ocultar lo que les sucede porque creen que lo pueden resolver solos o que los vamos a castigar si nos enteramos de algo que no nos gusta.
Los adolescentes piensan, por lo general, que sus padres no pueden ayudarlos. Por tal motivo, observarlos y conversar con ellos acerca de distintos temas de manera cotidiana (no necesariamente sus problemas) y, especialmente escucharlos, permitirá conocerlos y fortalecer un vínculo. Esto requiere de esfuerzo y tiempo que permanezcamos con ellos aunque sean breves momentos de manera diaria. No podemos dejar el diálogo para los fines de semana, porque en corto tiempo es muy posible que nos encontremos frente a unos desconocidos.
Escuchemos qué opinan acerca de sí mismos y de los que les rodean, así aprenderemos a descubrir soluciones a sus problemas y hacerlos responsables de sus decisiones a medida que crezcan.