Una vasta operación de inteligencia que peinó cada centímetro de la frontera colombo-venezolana durante más de seis meses permitió al Ministerio de Relaciones Interiores Justicia y Paz del Gobierno bolivariano dar con el paradero de Wilfredo de Jesús Torres Gómez, alias Necocli, máximo líder de la banda paramilitar colombiana Los Rastrojos. Su aprehensión, supone un paso importante para desarticular lo que a juicio de Freddy Bernal, miembro de la dirección nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela y Protector presidencial para el estado Táchira, es la amenaza más grande de la región.
Bernal accede a conceder una entrevista en exclusiva para Sputnik para dar detalles sobre el caso de Necocli, pero también para profundizar en lo que representa el paramilitarismo colombiano como factor de desestabilización y conspiración contra Venezuela. Desde su oficina, apodada por su equipo cercano como el Búnker, confiesa que ha sido un honor cumplir con la orden del presidente Nicolás Maduro de "enfrentar la guerra múltiple de Colombia y del imperio norteamericano, a través de 193 kilómetros de territorio donde el estado Táchira hace frontera con la OTAN".
"El ISIS de América Latina"
¿Quién es Necocli?, le pregunto con una cierta urgencia de abordar los detalles de su captura. Sin embargo, Bernal me detiene con ánimo pedagógico para apuntar que detrás de cada delincuente, existen unas condiciones culturales, sociales y políticas que posibilitan su aparición. Por ello, estima conveniente destacar primero la historia del paramilitarismo en el país neogranadino.
"Un país como Colombia, dirigido por la burguesía, necesita estructuras para hacer lo que al ejército colombiano no le conviene hacer de cara a la opinión pública, como secuestrar, asesinar, decapitar o causar conmoción social. Es decir, las bandas paramilitares son una especie de brazo armado de las propias fuerzas armadas de Colombia. Y por supuesto tienen una identificación absolutamente de derecha. Por esta razón, siempre he dicho y lo ratifico que los paramilitares en la frontera son el ISIS de América Latina. Así como ISIS fue y es un instrumento de Estados Unidos para balcanizar Siria e Irak, para apoderarse del petróleo, para asesinar de forma cruel e indiscriminada a hombres, mujeres y niños, estas bandas paramilitares tienen como objetivo precisamente lo mismo en la frontera. Son la punta de lanza, son la vanguardia de una agresión hacia Venezuela, y por supuesto bajo la supervisión, planificación, dirección y financiamiento de la agencia de inteligencia de Estados Unidos, no tengo la menor duda", concluye.Más aquí: Economista venezolano apoya idea de eliminar subsidio al combustible para atacar mafias
Según el recuento hecho por Bernal, los Rastrojos es uno de los cuatro grandes grupos paramilitares que actúan en la frontera. Completan el cuadro: los Urabeños (con presencia en Ureña hasta la Fría); el Cartel del Golfo del Escobal (Ubicados en las poblaciones de San Antonio hasta las Delicias) y la Organización Paramilitar de la Frontera (cuyo radio de acción son las poblaciones de San Antonio del Táchira y parte de Ureña); Todos, desde su consideración, se encuentran protegidos por la policía nacional y el ejército colombiano.
La académica colombiana, Vilma Franco, en su artículo 'Mercenarismo corporativo y la sociedad contrainsurgente', hace un recuento importante sobre la génesis de estas estructuras criminales. Y aunque el resumen de dicha genealogía dice que el paramilitarismo en Colombia lleva más de sesenta años, su naturaleza actual tiene su origen en los acuerdos de desmovilización firmados entre el Gobierno de Álvaro Uribe Vélez y los ejércitos fundados por Carlos Castaño y Jorge 40.
Muchos de esos mercenarios, que habían cometido innumerables crímenes de lesa humanidad, simplemente terminaron aliándose con los carteles de las drogas, para así conformar pequeños ejércitos que sirvieran a los intereses de quienes producían y distribuían la cocaína colombiana. Los Rastrojos también conocidos como la Empresa, nace de la fusión de las Autodefensas Unidas de Colombia y el Cartel del Valle del Cauca."Estuvo dirigida durante muchos años, por un paramilitar apodado Cara e´ vieja, que fue dado de bajaen un enfrentamiento con autoridades venezolanas en 2016. Luego toma el mando, Necocli. Se dedicaron entonces a cometer crímenes tanto del lado de Colombia, pero también tenía influencia en el estado Zulia, específicamente en las zonas de Casigo el Cubo y Catatumbo, y en La Fría en el estado Táchira, ambos territorios venezolanos", apunta Bernal.