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La ecuación fue formulada en 1961 por el astrofísico Frank Drake, el fundador del programa de búsqueda de inteligencia extraterrestre (SETI, por sus siglas en inglés). La ecuación de Drake, popularizada por el físico Carl Sagan en su miniserie Cosmos, se basaba en una serie de variables, como el número de planetas que pueden albergar la vida y la fracción de esos planetas en los que la vida inteligente se ha desarrollado para poder comunicarse.
Los científicos del Instituto Tecnológico de California y la Escuela Secundaria de Santiago usaron la astronomía moderna y el modelado estadístico para trazar el surgimiento y la muerte de la vida inteligente en el tiempo y el espacio a través de la Vía Láctea para actualizar esta ecuación de Drake.
Según el nuevo documento, la versión anterior no tiene en cuenta la evolución de las propiedades estelares en nuestra galaxia como los descubrimientos de supernovas mortales y exoplanetas que pueden albergar la vida. El equipo también examinó la probabilidad de vida en la condición prebiótica, las diferentes escalas de tiempo potenciales para la evolución biológica y la posible tendencia de las civilizaciones avanzadas a destruirse a sí mismas.
Modelando la evolución de la Vía Láctea a lo largo del tiempo, los investigadores encontraron que la probabilidad de que surgiera vida basada en factores conocidos llegó a su máximo a una distancia de unos 13.000 años luz desde el centro galáctico y 8.000 millones de años después de que se formara la galaxia.
La Tierra, en comparación, está a unos 25.000 años luz del centro galáctico, y la civilización humana surgió en la superficie del planeta unos 13.500 millones de años después de que se formara la Vía Láctea.
De esta manera, según el estudio, la civilización terrestre es la fronteriza en términos de geografía galáctica y relativamente tardía en la escena autoconsciente de los habitantes de la Vía Láctea.
Los investigadores supusieron que la vida surge con razonable frecuencia y que finalmente se vuelve inteligente, así que probablemente hay otras civilizaciones ahí fuera —en su mayoría agrupadas en torno a esa banda de 13.000 años-luz, principalmente debido a la prevalencia de estrellas parecidas al sol allí—.
Asimismo agregaron que la mayoría de otras civilizaciones que aún existen en la galaxia hoy en día "son todavía demasiado jóvenes para ser observados por nosotros".
"La escala de tiempo para la evolución biológica se ha asumido en gran medida como idéntica a la especie intelectual de la Tierra", señalaron los investigadores.
"Sin considerar la posibilidad de que la vida pueda requerir escalas de tiempo variadas para evolucionar, cualquier resultado de la propensión al crecimiento de la vida depende del debate en curso sobre si los humanos en la Tierra son o no el paradigma que se asemeja a toda otra vida compleja en evolución", puntualizaron.
Auto destrucción, ¿el final inminente de las civilizaciones avanzadas?
El equipo incluyó la idea de que el progreso de la ciencia y la tecnología conduce inevitablemente a la destrucción de las civilizaciones y esto ha sido pasado por alto por los estudiosos anteriores.
"Encontramos que la probabilidad de auto aniquilación de la vida compleja es el parámetro más influyente que determina la cantidad y la edad de la vida inteligente galáctica", aseguran los autores.
El estudio sugiere que la más inteligente de la galaxia tiene menos de 50 millones de años con valores del parámetro de probabilidad de autoaniquilación entre 0 y 0,01; con un valor relativamente más alto del parámetro de aniquilación (≥ 0.1), la vida más inteligente es menor de un millón de años.
Sin embargo, los científicos creen que la vida inteligente puede ser común en la Galaxia pero es todavía joven, lo que apoya el aspecto optimista para la práctica de SETI.
"Nuestros resultados también sugieren que nuestra ubicación en la Tierra no está dentro de la región donde se asienta la mayoría de la vida inteligente, y las prácticas del SETI deben estar más cerca de la Galaxia interior", concluyen los autores.
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