Para el Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil no existen alternativas, por lo que sostiene a Luiz Inácio Lula Da Silva como su candidato para las presidenciales de octubre próximo.
En un acto multitudinario realizado este sábado en la ciudad de Sao Paulo, el PT presentó oficialmente a Lula Da Silva como su abanderado presidencial.
Mientras, el expresidente y líder del PT se encuentra en prisión desde el 7 de abril de 2018.
El alto dirigente político, de 72 años, fue condenado a 12 años de prisión bajo el cargo de corrupción pasiva, delito que refiere al funcionario público que realizó, o dejó de cumplir, un acto de su competencia a cambio de algún beneficio.
Operación 'Lava Jato'
El exmandatario fue acusado de recibir un departamento triplex de lujo frente a la playa en el Condominio Solaris, ubicado en Guarujá, una ciudad del estado de Sao Paulo.
Sin embargo, a lo largo de juicio no se logró demostrar que Lula fuese el propietario del inmueble y tampoco se pudo identificar cuál fue el acto o la omisión que habría dado origen al pago con ese departamento.
El caso del expresidente forma parte de una operación desplegada por la Policía Federal, bajo el nombre de 'Lava jato' ('Lavado a presión'), y que se basó en los testimonios de implicados en casos de corrupción ocurridos en los entornos de la estatal Petrobras y la empresa constructora Odebrecht.
Los informantes se acogieron a un acuerdo de colaboración con la Justicia para reducir sus penas.
Coherencia política
Para el momento de su detención, Lula Da Silva había vuelto al ruedo político como aspirante a la presidencia y desde entonces, como lo hace notar el sociólogo brasileño Vinicius Sartorato, "encabeza todas las encuestas que diferentes institutos han realizado en el país".
Así que para el PT, "el plan sigue siendo uno solo: Lula Da Silva", apunta el también analista político.
Existen varias razones para impulsar su candidatura presidencial. La primera de ellas, añade, es que el Partido de los Trabajadores "cree en la inocencia de Lula: la acusación al expresidente es injusta y se debe a la politización de la justicia".
Otra de las razones es que el expresidente tiene un liderazgo indiscutido en el partido y la sociedad brasileña, y para el PT "es un asunto de coherencia política".
Mientras el Tribunal Electoral no anule la opción presidencial de Lula, "él continuará su campaña sub júdice (pendiente de resolución judicial)", indica Beto Almeida, periodista brasileño y especialista en temas internacionales.
Opciones políticas
Aunque el discurso sea de sostenimiento de la candidatura de Lula, el propio expresidente ha jugado desde prisión varias cartas.
En el mismo acto en que el PT oficializó la candidatura de Lula, también se presentó a Fernando Haddad (exalcalde de Sao Paulo) como su compañero de formula para la vicepresidencia.
Guiado por Lula da Silva, el PT consiguió pactar con el Partido Comunista de Brasil (PCB) para que frenara la precandidatura de Manuela D'Avila.
La organización política de Lula propuso a los comunistas que si el tribunal electoral impide que participe, Haddad pasará a ser el abanderado del PT y la dirigente Manuela D'Avila sería su formula para la vicepresidencia, explicó Almeida.
Al respecto, el sociólogo Vinicius Sartorato sostiene que Haddad, "aunque es un cuadro político más joven, se ha ganado el respeto de toda la izquierda de Brasil, así como de sectores intelectuales y medios de la población".
En la cancha
El contexto de las presidenciales de octubre próximo presenta varios elementos que deben considerarse dentro de los análisis.
Beto Almeida asegura que una parte del Movimiento Democrático Brasilero (MDB), el partido del presidente Michel Temer, "defiende la candidatura Lula".
Vale recordar que esta agrupación fue aliada del PT y que Temer fungió como vicepresidente de la exmandataria Dilma Rousseff.
Dentro del Congreso, "varios senadores del MDB han expresado su apoyo a Lula y no defienden la candidatura de Henrique Meireles, ministro de economía de Temer. Hay una ruptura en ese partido", precisa Almeida.
En juego
Por otra parte, todo parece indicar que la campaña electoral de esta nación latinoamericana girará en torno a temas como la soberanía nacional, los derechos de la clase trabajadora y el estado de la democracia.
"Brasil se juega la posibilidad de entrar en un nuevo tiempo de barbarie, con una democracia frágil, o volver a un camino que se rompió hace dos años con el golpe de Estado contra Dilma Rousseff", señala Sartorato.
La opción presidencial del PT representa un bloque político, enfrentado a dos grandes polos de la escena local.
"Es el avance de la extrema derecha con Jair Bolsonaro, una especie de Trump brasileño, y otro sector que promueve el libre mercado, las privatizaciones y la flexibilización de los derechos laborales, con Gerardo Alckmin", dice el sociólogo.
En su opinión, durante los gobiernos de Lula y Dilma, Brasil se desarrolló "como una gran potencia regional", mientras que hoy unos 13.000.000 de personas se encuentran desempleadas y otros 10.000.000 volvieron a la pobreza.
Contradicciones
Así las cosas, la elección presidencial de octubre de 2018 se realizará en un país que no está exento de contradicciones.
El sociólogo recordó que a Dilma Rousseff la acusaron de irregularidades administrativas y la sacaron de la presidencia. Hoy encabeza las encuestas de su estado (Minas Gerais) como candidata al Senado.
Y mientras ella es candidata al Senado, Eduardo Cunha, el entonces presidente de la Cámara de Diputados de Brasil que impulsó la destitución de Rousseff, fue condenado a 24 años y 10 meses de prisión.Eso quiere decir, explica, "que la sacaron del poder, pero podrá optar al Senado porque ella no perdió sus derechos políticos, ya que nunca pudieron probar los delitos que le imputaron".
En resumen, "no solo la libertad de Lula está en juego, sino el país que queremos", dijo Vinicius Sartorato.
Ernesto J. Navarro