Y luego aparece el milagro: poco a poco uno se vuelve consciente de que menos y menos pensamientos están pasando. Entre más consciente estés, menos pensamientos pasan. Entre menos alerta estés, más pensamientos pasan. Es como si el tráfico dependiera de tu atención. Cuando estás perfectamente atento, aunque sea por un sólo momento, todos los pensamientos paran. Inmediatamente, hay una parada súbita y el camino está vacía, no hay tráfico. Ese momento es de meditación.
Poco a poco, esos momentos vienen más y más, estos espacios vacíos vienen una y otra vez y permanecen más tiempo. Y eres capaz de desplazarte fácilmente a esos espacios de vacío sin esfuerzo alguno.
Así, cada vez que quieras, te puedes desplazar a esos espacios vacíos sin esfuerzo. Son refrescantes, rejuvenecedores y te hacen consciente de quién eres tú. Liberado de la mente, eres liberado de todas las ideas sobre ti mismo. Ahora puedes ver quién eres sin ningún prejuicio.
Y el conocerse a uno mismo es conocer todo lo que merece ser conocido. Y perderse el auto conocimiento, es perderlo todo. Un hombre puede conocerlo todo en el mundo pero si no se conoce a sí mismo lo ignora todo por completo, es sólo una Enciclopedia Británica caminando.
La libertad sin conciencia es sólo una idea vacía. No contiene nada. Uno no puede ser realmente libre sin ser consciente porque tu inconsciente te domina, tu inconsciente va tirando de tus cuerdas.
