Su memoria dura segundos
¿Es posible que alguien encarne la desmemoria más extrema? La respuesta es sí. Por desgracia no se trata de un personaje de ficción, sino de un hombre que padece de una terrible condición: una encefalitis lo dejó en la incapacidad de retener casi ningún recuerdo.
El afectado se llama Clive Wearing, un respetado musicólogo inglés que en 1985 fue víctima de una terrible infección cerebral que le causó daños irreparables en zonas relacionadas con la memoria. Su diagnóstico de entonces fue que padecía una encefalitis por herpes. El eminente neurólogo Oliver Sacks refiere que, al menos hasta esa época, el caso más grave de amnesia que le había tocado tratar correspondía a un paciente llamado Jimmie, una persona cuya vida había quedado entrampada en una desesperante aislamiento en el presente, en un instante que no dejaba de cambiar. La comparación entre ambos casos daba cuenta de la gravedad: "Jimmie tenía una capacidad de memoria de medio minuto, mientras que la de Clive es de pocos segundos. Los nuevos sucesos y experiencias quedan borrados casi al instante".
Sacks cita un aterrador párrafo de una biografía escrita por la esposa de Wearing bajo el título Forever today ("Por siempre hoy"): "Su capacidad para percibir lo que veía y oía quedó intacta. Pero parecía incapaz de retener ninguna impresión durante más de un parpadeo. Si parpadea, de hecho, cuando se separan sus párpados revelan una escena nueva. Lo que veía antes del parpadeo queda totalmente olvidado". En cierta ocasión, a inicios de su enfermedad, su esposa Deborah lo encontró con una chocolatina en las manos. Con una la sostenía y con la otra la tapaba y destapaba una y otra vez. En cada ocasión se mostraba sorprendido, como si acabara de aparecer una chocolatina nueva. Con el tiempo, la sensación se extendió a prácticamente todos los aspectos de su vida. Ni siquiera es capaz de describir el lugar en que vive. Quiere decir, por ejemplo, que puede ir solo al baño, pero si en el camino se detiene un momento, se pierde.
El caso de Wearing dio pie a un documental de la BBC titulado "Prisionero de conciencia", del realizador Jonathan Miller. Allí se explicaba que la condición del enfermo era la de alguien consciente de que algo raro le ocurría, aunque era incapaz de entenderlo del todo. En una muestra de desesperación, Wearing empezó un registro escrito de sus sensaciones, en especial aquella que lo situaba en un limbo permanente entre el pasado diluido y el futuro imposible. "[…] las entradas de su diario consisten, básicamente, en frases del tipo ‘Estoy despierto’, ‘Estoy consciente’, que aparecen cada pocos minutos –explica Sacks–. Escribía: "2:10 pm: esta vez estoy perfectamente despierto (…). 2:35 pm: esta vez absolutamente despierto, junto con negaciones de estas afirmaciones: ‘A las 9:40 pm me desperté por primera vez, a pesar de lo que he dicho antes". Y luego esto aparecía tachado, seguido de: ‘A las 10:35 estaba plenamente consciente, y despierto por primera vez en muchas, muchas semanas’".
Su historia es especialmente triste debido a que Clive Wearing, antes de su enfermedad, era un hombre con un conocimiento enciclopédico de la música. A medida que el mal lo afectó, fue incapaz de mencionar más de cuatro o cinco compositores y, por momentos, ni siquiera recordaba al que había sido su favorito. Sin embargo, en el libro Musicofilia, el doctor Sacks refiere que Wearing es capaz de interpretar al piano piezas completas de música clásica. Hasta llega a parecer que en esos momentos recupera algo de la capacidad perdida.
Sacks explica que esto se debe a que existen distintos tipos de memoria. Una es la memoria semántica, que permite a una persona retener ciertos conocimientos de manera inconsciente, y otra es la memoria episódica, que permite retener momentos y relacionarlos de acuerdo a criterios, valores, intereses, etc., de manera consciente. Por ejemplo, Wearing puede afeitarse y vestirse muy bien, lee y escribe en varios idiomas y hasta puede hacer cálculos con cierta habilidad. Pero si le preguntan, no puede explicar cómo lo hace. No lo sabe. Solo actúa como si siguiera un patrón. Tal vez eso explica que su habilidad para la música no solo se haya mantenido, sino que al parecer se ha incrementado: antes de caer enfermo, era más un estudioso y director que músico en sí, pero en este tiempo logró "aprender" a tocar piezas que no había interpretado antes.
La condición de Clive Wearing ha durado más de veinte años. Y nunca dio visos de revertirse.
David Hidalgo Vega / El Comercio / GDA