María caminaba triste y cabizbaja por una calle desierta de su ciudad en un frío invierno cuando, sumida en la desesperación, se dejó caer a los pies de un vagabundo que intentaba dormir tapado con una manta rahída. Éste la ayudó a recostarse junto a él, le dio un trago de su vino para calentarse y la tapó con su cobertor.
Ella tiritaba de frío y lloraba hasta que la venció el sueño. Durante toda la noche él la veló, mientras ella se quejaba lastimeramente. Por la mañana, cuando ella despertó, él le preguntó:
-¿Vienes a desayunar conmigo a Cáritas?
-No puedo, tengo que presidir la reunión de Directorio de mi empresa.
Gracias por todo.