¿Qué sucede cuando damos lo peor de nosotros? ¿Qué esperamos a cambio? ¿Somos tan horribles como pensamos? ¿Queremos hacerle creer a los demás que somos más monstruosos de lo que en realidad somos?
Como les había mencionado en un post anterior, el ser humano es bastante autodestructivo y algunos más que otros. En algún punto todos creemos que somos peores de lo que en realidad somos, ¿y cuál es el propósito de esta creencia?
En cada persona varían las razones aunque puedo enumerar algunas que se repiten en varias de ellas. El creerse un ser espantoso puede nacer de una mala interpretación de la realidad, quizás sus padres no festejaron demasiado los logros de ese sujeto, es un arduo juez consigo mismo y por lo tanto no tiene derecho a equivocarse nunca, un número de situaciones donde no se tomaron las mejores decisiones y lastimaron a otras personas. Cada equivocación, cada soledad, se consideran como pruebas irrefutables de que no hay nada que amar en ellos, que si alguien se queda a su lado no tiene sentido porque seguramente volverán a hacer algo que no quieren, algo más fuerte que ellos, algo que no comprenden.
Cuando nos consideramos seres crueles y poco dignos de ser amados, buscaremos tener razón. Nos vamos a equivocar para sabotear las cosas hermosas que sí tenemos, en esa búsqueda enfermiza de autocastigo. Si somos malos entonces merecemos lo peor. No tener pareja, esquivar buenas oportunidades de desarrollo, no tener demasiados amigos, descuidarnos tanto física como mentalmente, no nutrirnos de las cosas que nos brindan felicidad, sino más bien alejarnos de ellas como si fueran la peste.
Por otro lado, sin saberlo siquiera, el comportarnos como si fuéramos criaturas realmente desagradables trae aparejado un llamado de atención. Quizás la única manera de realmente salvarnos es encontrar a alguien que nos acepte cien por ciento como somos, a pesar de que nos comportemos de la peor manera que se nos pueda ocurrir. Porque si somos despiadados, si hacemos uso de nuestro peor arsenal contra quienes más queremos y aún así ellos permanecen estoicos a nuestro lado entonces la máscara se cae. ¡Nos aceptan! ¡Estábamos equivocados! No somos tan horribles. Y ya no tendría sentido continuar demostrándole al mundo nuestra peor cara porque alguien tuvo la paciencia suficiente para quedarse a nuestro lado y descubrir lo que estaba más allá, lo realmente hermoso que como fuera estábamos intentando ocultar, guardado tan sólo para aquellos que permanecieran hasta el final, dispuestos a descubrir la verdad.
El problema con este comportamiento, con este ideal romántico si se quiere, es que en la realidad pocas personas cuentan con la paciencia o visión suficiente para encontrar que hay debajo de esas capas y capas de mentiras o maldad. Y es por eso que nuestra comportamiento autodestructivo aleja a los demás, cansados, hastiados de soportar la misma teatralidad, manipulación, secretos y todo lo que se les pueda ocurrir.
Así que primero intenta dilucidar si tú has caído en este peligroso juego de ser quien no eres, de solamente resaltar lo espantoso que hay en ti. Si lo has hecho, no interesa, siempre se está a tiempo de cambiar. Pocas personas podrían amar a una bestia, pero seguramente podrían amar al príncipe o la princesa que tanto trabajo te está dando ocultar.
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