“No ser amados es una simple desventura, la verdadera desgracia es no amar”: Albert Camus.
(La lealtad es preferible a la fidelidad: querer y respetar a la pareja, atenderla y entenderla,
cuidar de ella. He sido, por ello, leal a todas y cada una de mis mujeres.)
La fidelidad siempre es un comportamiento complejo en el ser humano, y también, porqué no, entre los animales.
En el caso de los segundos, quienes se llevan el trofeo son los pingüinos,
a los que cuando les falta la pareja mueren en la soledad.
Otros ejemplos son las orcas, los lobos y delfines que forman parte del club de los fieles de la fauna;
así también el puercoespín, los loros y guacamayas.
Además de Adán, los únicos seres humanos fieles a su pareja son los enamorados; para ellos es fácil esa condición,
pues de todos es sabido que el amor cierra la mente, y los ojos sólo se dirigen hacia la pareja amada.
Pero cuando el tiempo pasa (la comezón del séptimo año..dicen) el hombre y la mujer ya no miran únicamente
hacia el lado de su pareja; los ojos comienzan a virar hacia un alrededor no captado hasta ese momento.
Además, en los tiempos modernos todos trabajan sin descanso, en una carrera aparentemente hacia ningún lado,
y las parejas son fieles de fin de semana.
En muchos casos, la fidelidad del hombre se basa en la pereza mientras que la de la mujer en la costumbre.
Es común ver a varones con la oportunidad de tener una aventura, bien con una compañera de trabajo o con una amiga;
sin embargo, a la hora de iniciar el escarceo le viene una “flojera amorosa”
y decide no cambiar la comodidad con su pareja a un futuro incierto.
Se confunde, a menudo, la fidelidad con el aguante. Aguantar significa resistir el peso de una carga,
y esto es condición propia de muros y columnas.
Pero hay la contraparte del tema, hay quienes consideran que “una cana al aire” puede ayudar a renovar el amor.
Además, recordemos que la infidelidad en el hombre es ostentosa en tanto que en la mujer es discreta.
Quién no ha deseado o imaginado alguna vez una relación con alguien distinto a su pareja
o que al hacer el amor surja en la mente la figura de otro ser deseado. Quien diga que no, está mintiéndose a si mismo.
Cuántas veces, después de años de matrimonio, a él o a ella se le presenta la persona
que debió ser el amor de su vida en su momento; o bien ese amor llega con la serenidad que en la madurez tiene otro matiz,
encauzando al individuo a la infidelidad.
Los psicólogos-terapeutas han dicho que sólo las personas con baja estima, inseguras, con poca capacidad para controlarse,
son las más propensas a ser infieles a su pareja. Sin embargo, están también los hombres y mujeres que no pueden vivir
sin tener la adrenalina por lo muy alto (recuerden “Atracción fatal” que aterrorizó a millones de varones en el mundo)
en las que intervienen las mentiras, las escondidillas, el miedo a ser descubierto, etcétera.
Todo eso forma parte del juego de la infidelidad.
Uno de los "héroes actuales", el doctor House de continuo pregunta a una paciente o a la pareja del paciente
si han sido infieles, de lo que colige cuál es el mal que aqueja al enfermo.
Muchas enfermedades, físicas o mentales, podrían evitarse si las parejas fueran fieles a morir.
El Vaticano ha reiterado que sólo con la fidelidad o la abstinencia podrá frenarse el sida y otros males de transmisión sexual;
aunque a estas alturas del partido, los llamados del Papa son como los repiques a misa.
Hay quienes consideran que la fidelidad es “antinatural” y que conlleva a renunciar a muchos otros satisfactores
que la naturaleza le brinda al ser humano.
Con los años, él o ella, se arrepienten en muchas ocasiones de la virtud (como las vírgenes) de conservar el tesoro.
Sin arrepentimiento, confieso que la única fidelidad que conozco es la de los reproductores de sonido, los de Hi-Fidelity….
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FELIZ FIN DE SEMANA