El día más deprimente del año, en el que las tardes se hacen más cortas
y las noches comienzan a tornarse interminablemente más largas, ya está aquí:
el día del cambio de horario de invierno.
Excepto para los más dormilones, que duermen una hora más de «regalo»,
y al curioso efecto «viaje al pasado en la máquina del tiempo»,
que permite epatarse durante un rato con que seamos capaces
de manipular el tiempo a nuestro antojo (¡ja!) el resto no son todo ventajas.
Hay una gran polémica sobre sus efectos,
aunque no está claro hasta qué punto influye el cambio horario realmente – si es que acaso lo hace.
Que si trastornos en los horarios y sistemas de control, dudosos ahorros energéticos,
citas, reuniones, aviones y trenes perdidos por olvidos o descuidos, problemas de sueño,
confusión entre los animales de granja, también en niños y bebés…
Pero bueno, de momento es lo que marca la ley:
este próximo domingo 30 de octubre de madrugada,
cuando según la hora oficial sean las 3:00,
hay que atrazar el reloj una hora.
Al menos, al día siguiente sera…
(A ver niñas chequen este enlace para que vayan viendo que disfraz usaran...)
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