Todo lo que hemos visto en Oriente Medio en los últimos años ha sido sangre, muerte y destrucción, producto de emociones tan censurables como el odio, el rencor y el deseo de venganza. Los derechos de los israelíes y de los palestinos a tener sus respectivos estados parecen no poder convivir en el mismo espacio y en el mismo tiempo. Es un fenómeno tan complejo que su solución parece cada día más lejana. Hasta los niños son incitados a perpetuar estos malos sentimientos y ni la música se escapa de esta confrontación llena de arrogancia. Así las cosas, mientras árabes (entre ellos, los palestinos) e israelíes promuevan el odio visceral hacia el otro, la anhelada paz en Oriente Medio no llegará jamás.