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Yo, quiero ver la paz cada mañana a pesar del cansancio y la fatiga, quiero mirar al día cuando espiga su cosecha de luz por la ventana.
Escuchar el tañer de la campana que se extiende con gracia decidida al trino de las aves en su huída y sobre el cielo azul se desparrama.
Quiero romper el cerco del quebranto, sostener la esperanza, tanto, tanto, que ingrávida me lleve hasta la altura.
Ganar la osada lucha en abundancia, vencer el pesimismo en la distancia para que no mancille mi ventura.
En tu memoria encierro cada día todo paso que doy sobresaltado y en tu adiós y mi adiós entrelazado se revuelve mi sangre, todavía.
Las mañanas y el sol a mediodía me traían tu eco enamorado, de sombras los espacios derrotados y el silencio trocado en melodía.
Hoy vago soloa, herido por tu espera, con tu nombre en mi frente si pudiera me libraría de la historia oscura que me cuenta tu ausencia y el olvido.
Pero si tú apareces, bienvenido, se fugaría del todo la amargura. Y dejaria el pasado en una estela.
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