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Es triste pensarlo ahora, pero aquellos que sugerían hace unos meses
que el movimiento YO SOY 132 podía derivar en un nuevo partido político no estaban exagerando.
Si el movimiento hubiera mantenido la ecuanimidad, la independencia y la humildad,
habría podido evolucionar de la protesta a la propuesta.
Y de la propuesta a la opción política hay solo un paso.
Los jóvenes —o lo que queda de aquellos jóvenes— aún pueden lograrlo.
Lo primero que tendrían que hacer es abandonar las certezas y retomar las preguntas,
regresar de manera razonada a esa actitud crítica que tanto inspiraba
y dejar de lado indignaciones fáciles, intolerancias,
conceptos y discursos que, uno sospecha, ni siquiera son suyos.
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