El dominio sobre mí mismo y sobre mi vida, ¿cómo lo logro? ¿Siento que mi autocontrol es débil o que mis hábitos me limitan? El dominio o autocontrol comienza con la manera cómo pienso y me siento. Quizás crea que no puedo cambiar mis reacciones o que estoy a merced de algún hábito que no contribuye a mi bienestar. Mas la verdad es que puedo tener dominio sobre mi comportamiento. Puedo hacer uso de mi libertad. Paso a paso, pensamiento a pensamiento, cambio mi manera de pensar, sentir y responder.
Soy un ser espiritual y libre que no está limitado por pensamientos ni sentimientos. Me aprecio y aprecio mi vida bajo una nueva perspectiva, y declaro mi dominio.
Ahora hagamos al hombre a nuestra imagen. Él tendrá poder.—Génesis 1:26
El amor de Dios, siempre presente, es mi mayor consuelo.
Si me siento descorazonado o ansioso, busco consuelo. Las distracciones externas pueden proporcionar un alivio temporal, pero me dejan anhelando más. Para superar la negatividad, me dirijo a mi interior, a la presencia de Dios y a la verdad de Su amor. Gracias a la oración, encuentro lo que busco —consuelo profundo y duradero.
A tono con el amor de Dios en mí, soy consolado. Dios y yo somos uno. Cualquier sentimiento de separación es un falso sentir. El consuelo, la paz y el gozo de Dios están disponibles para mí siempre; estoy envuelto en el amor divino. En armonía con la presencia de Dios, siento la paz que sobrepasa todo entendimiento y mi alma recibe alivio. Dios es realmente mi ayuda en toda necesidad.
Ella es mi consuelo en mi aflicción, porque tu dicho me ha vivificado.—Salmo 119:50