Los dos últimos Gobiernos de EE.UU. han seguido una política de guerra constante. Pero por desgracia las consecuencias de todas sus intervenciones han dado lugar a más conflictos, opina Doug Bandow, académico titular del Instituto Cato (EE.UU.), asesor de Ronald Reagan durante su mandato y analista del portal The National Interest.
Sin embargo, los propios responsables de estos fracasos creen que Washington debería actuar con aún más frecuencia y determinación. Aunque la población estadounidense no respalda en su mayoría la política militar agresiva de su país, las autoridades apuestan por una mayor intensidad y escala de su participación en los conflictos. Y los resultados de ello, según Bandow, son los siguientes:
Irak
Ninguna intervención ha sido más criticada por los analistas de política exterior que la invasión de Irak, recuerda Bandow. Aquella intervención provocó un conflicto sectario generalizado, causó la muerte de cientos de miles de iraquíes, destrozó una comunidad cristiana histórica, fomentó el desarrollo de Al Qaeda en Irak (que más tarde se transformó en el Estado Islámico) y facultó a Irán. Sin embargo, la línea neoconservadora oficial de EE.UU. considera que la guerra fue un gran éxito del presidente George W. Bush.
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Siria
De acuerdo con el plan, en Siria los 'intervencionistas comprometidos en la lucha' de América deberían haber derrocado a Bashar al Assad; entonces las versiones sirias de los presidentes estadounidenses Thomas Jefferson y George Washington habrían tomado las riendas del país y el Estado Islámico nunca habría surgido. Así deberían haberse desarrollado los hechos según la leyenda, pero en la realidad la actuación de EE.UU. en Siria provocó el aumento del sectarismo. Después del derrocamiento del líder de Irak, Saddam Hussein, eliminar a Al Assad sería la siguiente etapa de una amarga lucha por el control de la región, opina el experto.
Afganistán
La larga presencia militar de EE.UU. en Afganistán tiene por objetivo permitir al Gobierno de Kabul crear en Asia Central una democracia estable, eficiente y honesta. No obstante, las autoridades afganas siguen perdiendo terreno después de quince años de apoyo de decenas de miles de militares aliados. Mantener el contingente militar en la zona no hace más que retrasar el colapso de un Gobierno conocido sobre todo por la corrupción y la incompetencia.
Libia
La intervención en Libia, según la versión oficial, tenía como objetivo construir una nación. Sin embargo, en todo el mundo los pueblos prefieren gobernarse a sí mismos, ironiza Bandow. Después del derrocamiento de Muammar Gaddafi, las fuerzas victoriosas no habrían acogido la ocupación de EE.UU. No hay ninguna razón para creer que los resultados de ese esfuerzo habrían sido mejores que en Afganistán o Irak.