La oración es un regalo del corazón que puedes dar una y otra vez. Bien sea que ores por un ser querido, un amigo, un vecino o un extraño, al orar por otros das la mayor bendición posible. Al hacerlo, pon tu fe en el amor y la sabiduría de Dios. Entrégale la persona o la situación, y libera toda expectativa de resultados específicos.
Comienza por centrar tus pensamientos en el Espíritu divino. Siente Su amor en ti y ten presente que este amor rodea, eleva y bendice todo. Permite que las siguientes palabras sean la meditación de tu corazón:
El cuidado amoroso y apacible de Dios te envuelve ahora y por siempre. Eres guiado, saludable, próspero, sereno y libre. Afirmo para ti lo mejor y más elevado, sabiendo que sólo el bien viene a ti.
No estoy solo. Soy parte de una comunidad mundial, y de mí depende propiciar la paz y esparcir bondad. Busco maneras de marcar la pauta en mi hogar, comunidad y medio ambiente. Aprovecho cada oportunidad de demostrar compasión y comprensión. Mis acciones tienen un impacto directo en quienes están a mi alrededor y en el mundo.
El amor de Dios en mí es mi guía en todo lo que hago. Compartir pensamientos y acciones positivos crea ondas que se expanden para rodear al mundo. A la larga, la buena voluntad que ofrezco regresará a mí, bendiciendo mi mundo de múltiples maneras.
Continúo brindando amor y bondad y expresando paz y compasión, sabiendo que mis acciones armoniosas cimentarán la paz.
Oren en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu.—Efesios 6:18
El amor divino fluye hacia mí como bien abundante.
Las preocupaciones acerca de cómo pagar las cuentas mantienen mi atención enfocada en la escasez en vez de en la gratitud por el bien en mi vida. De manera que hago el compromiso de cambiar mi enfoque —un pensamiento a la vez, un momento a la vez— y de mantener una actitud de gratitud.
La Rev. Edwene Gaines dice: “Puedes vivir de acuerdo con tu propósito divino, en armonía con el plan de Dios, con todo lo que pudieras desear o necesitar al alcance de tus dedos”.
Si busco trabajo o un cambio positivo en mi situación financiera, recuerdo esas palabras. Con gozo afirmo: El amor divino fluye hacia mí como bien abundante. Tengo fe en que ahora mismo el amor de Dios me está bendiciendo abundantemente.
Den, y se les dará una medida buena, incluso apretada, remecida y desbordante.—Lucas 6:38