"La historia de la acción exterior de EE.UU. implica algo más que el exceso de fuerza", escribe el analista Alexander Kirss en su nuevo artículo para 'The National Interest', dedicado a las razones del intervencionismo estadounidense.
Kirss destaca que la pregunta de por qué EE.UU. optó por utilizar su enorme poder económico y militar para respaldar costosas intervenciones militares en el extranjero es "claramente oportuna en medio de la creciente preocupación por la inestabilidad en Oriente Medio y la potencial amenaza que podría plantear un 'levantamiento' de China".
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Aunque muchos expertos han dedicado sus trabajos a esta cuestión, esta narrativa "brilla con un nuevo brillo tras ser cuidadosamente pulida" por John A. Thompson, historiador y autor del nuevo libro 'A Sense of Power: The Roots of America’s Global Role' ('Una sensación de poder: las raíces del papel global de EE.UU.'), una obra que, según Kirss, presenta una visión equilibrada del crecimiento internacional de EE.UU.
Entre otras cosas, el libro demuestra claramente "el interés latente que tenía EE.UU. por intervenir en el extranjero" incluso en momentos de supuestamento aislamiento.
Debilitamiento de la reticencia al intervencionismo
La explicación del aumento del intervencionismo estadounidense que ofrece Thompson se basa en una serie de factores interconectados, "cuya suma es mucho mayor que sus partes individuales".
Según lo resume Kirss, "el aumento del poder de EE.UU. no causó por sí solo la conducta intervencionista, sino que más bien erosionó lentamente una reticencia natural a este tipo de comportamiento al disminuir los costos de las intervenciones".
En otras palabras, cuando una intervención se puede realizar a un costo menor, el intervencionismo se hace "más aceptable a ojos de los que toman las decisiones y de los ciudadanos".
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Estas intervenciones, a su vez, "dieron lugar a un sentido de la responsabilidad moral de asegurar la estabilidad internacional que, junto con el aumento de la interdependencia económica y una arrogancia floreciente, condujo con el tiempo a la posición actual de EE.UU. como policía global".
Aunque para Kirss esta teoría tiene una serie de deficiencias –cree que es "excesivamente determinista, mezcla variables y no examina los mecanismos importantes, como el papel de la opinión pública"– su legibilidad y la profundidad del conocimiento histórico del autor hacen de ella "una valiosa aportación a la literatura sobre la política exterior de EE.UU.".