Mi vida es guiada por la voz eterna y amorosa de Dios en mí.
Según la narrativa de los Evangelios, Jesús comienza algunas de las parábolas diciendo: “Escuchen”. Éste es un llamado a escuchar el mensaje no solamente con los oídos sino con comprensión espiritual.
Oro para elevarme a un estado de conciencia divina en el que puedo verdaderamente discernir lo que se habla. Tomo tiempo para apartarme de las actividades diarias y centrar mi atención en oración silenciosa. Oro, no con súplica, sino partiendo del deseo de comprender plenamente la totalidad de mi ser y de mi naturaleza espiritual. Cuando estoy atento a la vida utilizando mi guía interna, oigo el llamado apacible y tierno de Dios. Permanezco abierto a la comprensión espiritual, a la sabiduría y a las ideas divinas. Mi vida es guiada por la voz eterna y amorosa de Dios en mí.
El que tenga oídos para oír, que oiga.—Mateo 11:15
La idea espiritual de la “gracia” a menudo es considerada en términos de “agradable” y “misericordiosa”. Dichas palabras sugieren que la gracia es un estado callado de conciencia que ayuda a crear una experiencia de vida amena y pacífica.
La gracia puede ser todo eso, ¡pero es mucho más! La gracia es el poder que expreso amorosamente cuando me reconozco como el Cristo que soy verdaderamente. La Biblia me recuerda que Esteban —uno de los primeros conversos— “estaba lleno de la gracia y del poder de Dios, realizaba grandes prodigios y señales entre el pueblo”. Al demostrar la cualidad de la gracia, encuentro la claridad, la paz y el poder para llevar a cabo mi trabajo espiritual —mi propósito divino.
El pecado ya no tendrá poder sobre ustedes, pues ya no están bajo la ley sino bajo la gracia.—Romanos 6:14