Sé de corazón que mi mayor bien se desenvuelve y que las respuestas que busco me aguardan. Así que cuando siento preocupación por algo que ocurre en mi vida o en las vidas de mis seres queridos, tomo tiempo para aquietarme y avivar mi vínculo con Dios. Al afirmar que sólo existe Dios, se me hace más fácil dejar ir.
Cuando tengo sueños que deseo lograr, me dirijo de nuevo al Espíritu en mí. Doy gracias, sabiendo que toda necesidad y sueño son satisfechos. Tengo plena fe en que las respuestas están disponibles y se harán claras a su tiempo. Qué alivio siento al tener presente que puedo dejar ir y entregar todo a Dios. Tengo confianza en que mis anhelos se harán realidad. ¡Dejo ir y dejo a Dios actuar!