Cuando quiero tener una experiencia más plena de vida, pienso en todas las formas en que las ideas divinas me hacen prosperar. La prosperidad en sí es una idea divina, una seguridad plena, la fe de que todo lo que imagine o desee comienza en la Mente Divina y crece en mi conciencia antes de manifestarse en el mundo.
Decretar la idea divina de bienestar me puede llevar a sanar. La idea divina del amor me atrae a aquellas personas y situaciones que llenan mi corazón. La idea divina de la paz me mantiene centrado y calmado cuando las tormentas de la vida se arremolinan a mi alrededor.
Con Dios en el centro, las ideas divinas me hacen prosperar. Sé que soy un ser espiritual, y como tal, soy abundantemente bendecido.