Extendí mi mano…
Atrapé una estrella…
Caminé sobre el aire y besé la luna.
Reposé,
en la angustiante fatiga de encontrarte…
Toqué al descuido tus cabellos sueltos...
Extendí mis alas de ideales muertos,
y trasmuté en roca, un corazón abierto.
Partieron de mis ojos los efluvios
de mariposas golpeando tus pupilas,
y reposando mis labios en tus labios,
olvidé en su sabor viejas heridas …
Puse por nido del gorrión: ¡ Ideas…!
Y mutilé la razón siempre imperante.
¡ Me sentí libre…! ¡ Sin lazos ni cadenas…!
¡ Y retorné de mi ensueño en un instante…!
Me pinté en el alma invisibles cicatrices,
poniendo en ellas las iniciales de tu nombre.
Me volví inesperado al esperarte
retomando un viejo sueño lacerante.
¡No me busques…!
¡ No podrás encontrarme…!
Porque de tanto dolor
torné invisible…
¡ No me busques…!
¡ No podrás hallarme…!
Estoy en tu interior.
Eterno e intangible…
¡ Guárdame allí...!
Pues nunca he de marcharme,
de ese, el único lugar,
en que mi corazón reposa.