Muerte de Kirchner, algo no cierra.
Por Nidia G. Osimani
Muy lejos estoy de poder elaborar hipótesis sustentables de causas y consecuencias como mis colegas de este medio, quienes además, son tan impecables en su labor investigativa que de sus análisis necesariamente se obtiene información útil que permite comprender varios aspectos de la realidad nacional e internacional.
Esta, entonces, no es una nota más, sino que resulta una suerte de reflexión en voz alta; y con absoluta conciencia de mis limitaciones en cuanto a este conocimiento, si me equivoco pido disculpas de antemano y me retractaré debidamente en caso de ser necesario.
Lo primero que no entiendo es ¿por qué hay que velarlo a cajón cerrado? Hasta donde ha trascendido no sufrió ningún accidente que lo desfigurara o lo tornara irreconocible.
Dicen que su esposa así lo decidió y eso puede obedecer a varias razones humanamente comprensibles, aunque también a alguna que no lo sea tanto.
Luego de haber sido testigos todos estos años de las trampas a las que nos tenía acostumbrados en todos los planos (jurídico, económico, fiscal, político, etc.) ¿resulta tan demencial preguntarse algo así sabiendo que últimamente las cosas no le estaban saliendo como quería? ¿Justo el día feriado del censo? ¿Justo en medio del terrible caso Mariano Ferreyra? ¿Justo cuando la justicia devela los mas de 15 mil mails de Ricardo Jaime?
Entonces, ¿fue realmente tan extraordinario estratega hasta para planificar su propia desaparición física tan oportunamente el ex presidente?
Quizás, ¿por qué no? Yo no lo sé. ¿Alguien tiene la respuesta? Seguramente él y su familia.
Asimismo, lo que he visto y oído desde ayer en torno al fallecimiento del Dr. Kirchner me ha sorprendido mucho por varias razones.
Por un lado, la mayor parte de sus adversarios políticos declarando nobles sentimientos que evidentemente no tienen, simulando congojas inexistentes. Por otro lado, funcionarios de su mismo “palo” como se dice en la jerga política, lamentando el deceso de su “amigo y compañero de ruta”, cuando sufrieron en carne propia las humillaciones públicas y los malos tratos, insultos, amenazas y presiones en privado por parte del Dr. Kirchner. ¿O acaso alguien ignora que el ex vicepresidente del ex presidente fuera “ninguneado” por éste último a poco tiempo de asumir? ¿Ya todos se olvidaron que fue retado como un chico hace muy poco en una de sus últimas exposiciones públicas por haberle dicho a la familia de una víctima de la inseguridad que él tenía las manos atadas?
¿Hay que olvidarse de los agresivos discursos de barricada, la ironía permanente, el bastardeo, la violencia verbal con que atacaba furioso a sus contrincantes en el plano político y económico, creyéndose con derecho a todo? ¿Y sus típicas vendettas?
Honestamente pienso que, por lo bueno o malo que haya hecho el Dr. Kirchner, deberá o no (nadie sabe qué hay del otro lado y aún no se ha podido comprobar científicamente que alguno haya vuelto para contarnos), dar cuentas él, y nadie mas, lo mismo que cada uno de nosotros. Esto es así. Sin embargo, no salgo de mi asombro al observar las reacciones y dichos de las personas que lo que mas deseaban era que desapareciera de la faz de la tierra, que no lo toleraban más, quienes ahora se refieren a él con tantas alabanzas.
El desfile de gente humilde llorando frente a ¿su féretro?, no me sorprende. Todos sabemos que los punteros políticos se mueven rápido y sobre todo cuando los proveen de recursos. También hay gente que ha acudido por motivación propia, hay que reconocerlo.
No me detengo ahora en la futurología acerca de cómo seguirá el mandato de la Sra. Fernández porque pienso que si la primera incógnita no es develada no se puede predecir nada de todo lo que seguirá.
Por mi parte, y vuelvo a pedir disculpas si mi subjetividad empaña estas reflexiones pero, sigo sin poder comprender qué hizo que repentinamente alguien como el Dr. Kirchner, que dividió al país, que se peleó con todos los sectores, cuyo enriquecimiento ha sido tan cuestionado, su estilo dictactorial, su conducta del “haz lo que yo digo pero no lo que yo hago”, hoy esté siendo despedido en el Salón de los Patriotas Latinoamericanos de la Casa de Gobierno de la Nación y no en el Congreso conforme al cargo de diputado que ostentaba. ¿Aún en una situación tan grave como esta hay que marcar las diferencias con el vicepresidente de la Nación?
Hace demasiado tiempo entendí que somos muy pocos los que estaríamos realmente dispuestos a cambiar el mundo y también sé que nunca lo lograríamos por una cuestión de número y de fuerzas, no obstante, afortunadamente aún no he perdido mi capacidad de asombro y semejante repentina amnesia colectiva me resulta sumamente inexplicable.
(de la red)