De repente abro los ojos,
la luz del sol entra por la ventana,
las sombras han desaparecido y
con ellas mis sueños.
Entre mis brazos una almohada,
en mi corazón la pena y la tristeza
de no tenerte a mi lado
y la ilusión y la esperanza
de que de nuevo llegue la noche
y con ella volvamos a unirnos.
Sé que un día, al despertar no sentiré pena,
ni tristeza porque entre mis brazos estarás tu,
y en mi corazón sólo habrá amor.
En ese momento, cuando ese día llegue
no temeré la llegada del nuevo día
porque eso no significa que hemos de separarnos,
seguiremos juntos.... en mis sueños...
Ya se acerca, no necesito mirar el reloj,
ni mirar al cielo para saber
que la noche se acerca.
El crepúsculo, ese hermoso momento
en que el cielo asemeja un incendio,
cuando el declive del sol en el horizonte
hace que los tonos rojos y anaranjados
predominen en el firmamento.
Como una gran explosión de color y pasión
antes de la definitiva llegada de la noche,
sólo unos instantes antes de que la luna
ejerza toda su influencia sobre mí.
Me encanta la noche, la luna y su influjo,
las estrellas como pequeños diamantes
colgados de la nada, como infinitos deseos
y sueños de los amantes.
Se acerca la hora de los sueños.
Esa hora mágica en que me dejo llevar por mis
pensamientos y ellos me llevan de nuevo a tu lado.
Ese momento en que estamos juntos de nuevo.
Ese instante en el que tus besos, tu olor y tu presencia
se hacen tan reales.
Poco después llegará ese momento en que cierro mis ojos
y dejo volar mi imaginación.
La distancia que nos separa desaparece
y vuelvo a sentir tus labios sobre mi piel,
tus manos acariciándome, tu olor penetrando
mis sentidos y acercándome al paraíso.
Mis brazos rodean tu cuerpo. Tu cuerpo abrazado al mío,
y el sueño te vence. No puedo dejar de mirarte,
no me canso de contemplar tu rostro
iluminado por la luna, tu cuerpo reposando junto al mío,
mientras mis manos acarician tu cabello.