Transcurrieron algunos segundos. El auditorio se quedó en silencio.
Se levantó puesto de puntillas y gritó nuevamente:
¡Nunca se rindan!
Sus palabras retumbaron a través del auditorio.
Todos permanecieron inmóviles y callados mientras Churchill alargaba su brazo en busca de su sombrero; ayudándose con su bastón abandonó la tribuna. Su discurso había terminado.
El discurso de graduación de seis palabras de Churchill fue sin duda el más corto y elocuente jamás pronunciado en Oxford.
Aun así, su mensaje fue también uno que todos los presentes recordaron durante el resto de sus vidas.
“La perseverancia es un gran componente del éxito;
si golpeas la puerta con la persistencia y el ruido suficientes,
seguramente despertarás a alguien”
Ánimo