La luna reluce en espejos de agua. De ingenuo esplendor su grácil figura. De plata es la media faz que fulgura. Sutil navega en su eterna piragua.
El sol aflora en carroza leonina Y de oro pinta la beldad oscura La noche de irse no lleva premura. La luna mana su luz mortecina.
Mil trozos de prisma en cien mil guedejas Agobian, fluido de plata, el paisaje. La bruma la envuelve y ella se aleja.
Un pobre está quieto y quedo murmura: “Si Dios no me amara ¿Haría que encaje Mi esencia en medio de tanta hermosura?”.
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