YO VOY ALEGREMENTE
Yo voy alegremente por donde va la vida, entre invernales hálitos o ventiscas de otoño, mirando cómo cuaja en la yema el retoño o cómo voltejea una rosa caída.
Yo voy con el pie ligero y labio sonriente a veces solo, a veces con el turbión humano, y llevo mis ensueños cogido de la mano y mi enjambre de rimas en torno de la frente.
Tengo una flama oculta que siempre va conmigo, flama de amor que nunca se extingue ni consume; si hay una flor al paso, aspiro su perfume; si hay una fresca boca, corro a besarla. . . y sigo. . .
Yo soy como un viajero que cruza la floresta sin que jamás le importe ni rumbo ni distancia, a quien el bosque entona un himno de fragancia, una canción de risas y un madrigal de fiesta.
Yo sé que viento y lluvias con ímpetu salvaje suelen barrer las frondas; mas tengo yo un asilo callado y misterioso en que esperar tranquilo a que el sosiego torne y a que el torrente baje.
¡Oh mi divina gruta de goces interiores en que la vida adquiere intensidad extraña, que sólo yo conozco, que eternamente baña un sol que prende luces y que revienta flores!
Allí callada y sola va a meditar el alma como la linfa corre, como la alondra vuela; allí el ensueño pasa cual fugitiva estela que va regando espumas sobre la mar en calma.
Tristezas. . . sí las tengo; mas cuando el alma llora, un inefable goce con mi dolor se aduna; romántico trovero de las noches de luna, soy lujurioso amante del sol y de la aurora.
Yo voy alegremente. . . De eróticas empresas no la ocasión propicia esquivo, a fuer de sabio, y en más de alguna boca bebió el sediento labio la sangre de las moras y el jugo de las fresas. . .
Yo vivo alegremente; y al dar mi despedida a mi postrer crepúsculo o a mi última alborada, estrecharé en mis manos la mano de la amada y cerraré mis ojos al beso de la vida.
Enrique González Martínez
ECLIPSE
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