"En este mes venturoso de fin de año, la tierra misma habla por Cristo.
¿No lo has sentido?
Sí: los corazones se dilatan, toda tristeza halla consuelo; todo dolor tiene alivio; hasta en los espíritus que apagaron sus antorchas centellean vislumbres providentes, y hasta aquellos que se han tapado los oídos, llegan los ecos del misterioso encanto".