DOLOR DULCE...
Nos hemos amado, nos hemos herido,
es el escalofrío de los amores
ardientes,
cargando la hora de las mieles,
que son encendidas saetas
cuando llega el tiempo de las hieles.
Es tan alta la mirada
de la piedad,
cuando el sol arde en los
ojos
encegueciéndonos,
que no necesito a otro
que no sea mi amor
para arriesgarte, sumergido
en la potestad de la razón;
destino obstinado que persigue
la claridad ajena
para convertirla en trampa,
dónde no se vacila.
Luego sobreviene el silencio
atronador,
sobre el que se funda
la tristeza.
Nos refugiamos en la mirada
sagaz del deseo,
ebrios de verdades
que pierden brillo,
una tras otra,
mientras la soledad filtra
su luz desamparada.
Y es ahí
cuando la piel nos duele,
y se nos agota,
entendiendo que el amor
sólo sabe de desvaríos,
de embrujos nocturnos,
de islas que son el Universo,
de lluvias mansas horadando
las mejillas,
del dolor dulce de la nostalgia
y la ternura,
de cuerpos hechos de jazmín y de amapolas,
y de dioses asesinos
que suelen acertarle al corazón,
cuando estamos distraídos.
De la red
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