Doris, dame tu mano, estoy ciego,
Quiero ver el mundo con tus ojos,
Guíame hasta una piedra, para sentarme,
Muéstrame, con tus dedos el cielo,
Quiero ver las estrellas, una noche,
Quiero que el piano me cante,
Me cante, ¿como es la luna?, pura,
Quiero sentir con tus dedos las estrellas
Quiero sentir como tiritan y se fugan,
Quiero sentir al alba y el amanecer,
Quiero ver el medio día y la tarde,
Oír el crepúsculo con aves de fuego.
Quiero ver el desierto, ¿talvez florido?,
¡Mejor marchito!, sentir las almas,
Esas que vagan perdidas, solitarias,
Quiero ver la montaña, azulosa,
Quiero ver la cordillera blanquecina,
He sentido las olas, me han mojado,
Mas no las he visto romper en la arena,
No las he visto fundirse entre las rocas,
¡Dime amiga! ¿Como son?, ¿tristes?, ¿bellas?,
Quiero ver las hojas como suenan,
Los árboles vistos desde el cielo,
¡Vamos!, ¡toca fuerte!, ¡los pude ver!.
¡Detente!, toma esto, es una foto, mi padre.
Ya no recuerdo su cara, siento su aroma,
Marchó siendo yo niño, ¿Cómo lo ves?
¡Dime con tu piano! ¿Como fue su cara?
¡Vamos!, sigue tocando, puedo sentir su mano,
Su aroma a tabaco, sus lamentos de enfermo,
Su cara reseca por la lumbre, triste, amarga.
¡Me llevas de regreso a las montañas!,
¡Ha, si!, Sus ojos, dos lagunas azulosas.
¡Vamos! Quiero ver los caballos a lo lejos
Como corren en la arena, junto a las olas,
Mientras el mar se tiñe de rojo, ante tus ojos.
Para mi amiga Doris I, (Daih)