SORPRENDERSE
La juventud no es un período de la vida sino un estado del espíritu;
es el producto de una voluntad, una cualidad de la imaginación
y una intensidad emotiva. Es la victoria del coraje sobre los miedos.
No se envejece por haber vivido una cantidad de años; se envejece
por haber desertado de un ideal.
Los años arrugan la piel, pero desertar a un sueño arruga el alma.
Las dudas, los miedos y la falta de esperanza, son los enemigos
que lentamente nos hacen inclinarnos hacia la tierra, y convertirnos
en polvo antes de la muerte.
Joven es aquél que se asombra; el que cotidianamente se sorprende
y maravilla; el que se pregunta como un niño insaciable:
¿y después? ;
el que desafía los acontecimientos y encuentra alegría en el juego de la vida.
Uno es tan joven como su fe y tan viejo como su duda; tan joven
como su confianza y tan viejo como su abatimiento.
Se continúa siendo joven en tanto que se es receptivo;
receptivo a lo que es bello y a lo que es grande;
receptivo al amor, a la ternura, a la amistad, al placer.
Desconozco su autor
|