Un río, todavía joven, trataba inútilmente
de romper la tierra, pues quería que su
nuevo lecho fuese de una
determinada manera.
El búho, famoso por su sabiduría,
a todo esto asistía observando
cuando por fín decidió intervenir.
Y le explicó suavemente al río que
este no debería pelear con la
tierra sobre
la cual pasaba.
"Ten paciencia, oh joven amigo, y
con el tiempo, conforme vayas
madurando,
verás que la tierra alrededor de ti
se acomodará a tu presencia
y te acogera.
Mientras luches y discutas, solo
lograrás lo que tu fuerza te permite;
cuando calles y te adaptes a la tierra,
entonces lograrás su respeto y esta,
gentilmente, se abrirá para tenerte
en sus brazos y dejar que dibujes
tu recorrido a tu capricho.
Así que, para de luchar y, dedícate ahora
más bien, a esparcir tu agua y dar de
beber a los que buscan desesperados
y sedientos beber de tu liquido dador
de vida para calmar su sed.
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