Confianza en nosotros mismos
Muchas veces, y normalmente cuando vamos empezando o aprendiendo, necesitamos a alguien que nos diga si vamos bien. Una especie de mentor o de tutor.En nuestros primeros años, son nuestros padres. Y aunque no necesitemos que nos digan con palabras que vamos bien, sus gritos, expresiones y brincos cuando hacemos algo, nos indica que vamos bien. Luego vienen l@s maestr@s formales, en el colegio. Ellos nos indican, con palabras y gestos, si vamos bien. Y para formalizarlo, lo plasman en un boletín de notas, donde queda registrado si vamos o no vamos bien. Y cuando llegamos al trabajo, entonces es nuestro jefe quien se supone que nos debe decir si vamos o no vamos bien. Y cuando entramos en una relación, entonces es nuestra pareja quien se supone que nos debe decir si vamos o no vamos bien. Y cuando somos padres, creo que no hay manera inmediata de saber si vamos bien o no. Eso lo sabremos cuando nuestros hijos crezcan y veamos el producto de nuestro esfuerzo. Aunque en el camino siempre encontraremos uno que otro indicador acerca de si vamos bien o no. Y cuando trabajamos o estamos en una relación, se supone también que ya estamos creciditos para poder discernir entre el bien y el mal, y saber si vamos bien o no. Lo malo es que a veces ni en el trabajo ni en una relación recibimos la retroalimentación que muchas veces necesitamos para saber si vamos bien o vamos mal. Y a pesar que podemos discernir y podemos saber que está bien y que está mal, nunca están demás unas palabras de aliento y de ánimo. O unas palabras de consejo, o hasta un regaño. Y en líneas generales, eso se llama comunicación. Pero lo que es cierto, es que muchas veces, ni en el trabajo ni en una relación logramos establecer una buena comunicación. Y entonces debemos hacer las cosas y debemos seguir hacia adelante sin estar esperando palabras de aliento o de consejo. No es el escenario ideal, pero es el que ocurre en la mayoría de los casos, y a muchos nos pasa o nos ha pasado. Y lo peor que podemos hacer es acostumbrarnos a esperar una palabra de aliento o de consejo por cada paso que damos. Llega un momento en la vida en que debemos ser independientes y poder avanzar sin necesitar la aprobación de las personas que nos rodean. Eso es crecimiento, madurez, y confianza en nosotros mismos.
|