El 9 de Julio, celebramos un nuevo aniversario de Nuestra Independencia, esa independencia sellada en 1816 en Tucumán, en la casa de Doña Francisca Bazán de Laguna.
Era una vieja casa, de rasgos coloniales. Al frente, un portón con dos gruesos batientes de madera y rústicos herrajes, flanqueados por dos gruesas columnas contorneadas en espiral. Casi adosadas a las puertas, dos ventanas, una a cada lado con reja voladiza.
Mientras se realizaban los arreglos previos de la casa, Don Bernabé Aráoz facilitó la suya para las reuniones preliminares. Tambíen facilitó una mesa escritorio con sus útiles correspondientes, así como el sillón que la acompañaba para el sitial del presidente del Congreso. Las Iglesias de Santo Domingo y San Francisco facilitaron las sillas para los diputados.
Al Congreso, asistieron representantes de las distintas provincias y por la nuestra lo hicieron Tomás Godoy Cruz y Juan Agustín Maza. No era época del: automóvil, avión, el chat, la radio, la televisión, los celulares y sms. Solo los caminos y las huellas, fueron testigos ante el ruido del pasaje de las carretas o diligencias que transportaban los congresales a Tucumán.
Que éste 9 de Julio, nos encuentre a todos unidos bajos los colores Celeste y Blanco; dejando de lado los intereses personales, las diferencias, permitiendo que cada uno con respeto pueda ejercer sus derechos sin impedir el de los demás, pero por sobre todas las cosas, teniendo en cuenta los deberes y obligaciones ( algo olvidado en estos tiempos ) que cada uno tiene que cumplir todos los días y a cada instante.
Por un 9 de Julio Celeste y Blanco,... todos juntos encolumnados para lograr una Argentina Grande,... la que soñaron aquellos representantes de 1816.