Levántate!... No te dejes vencer ante las adversidades de la vida,
no te dejes arrastrar por la corriente que parece inefable,
ineludible, fatal. Aférrate a tus raíces, arremángate y ponte a remar.
Sabrás que el mundo no se ha hecho por sí mismo, si la conciencia
no lo hubiera moldeado. El mundo es contenido por el pensamiento;
así, de tal manera construirás tu mundo, tus sueños, tus ilusiones.
No te dejes arrastrar por la corriente que parece terrible, porque
mientras más pienses en ella, más fuerza le darás.
Tu pensamiento ha obrado siempre a lo largo de tu vida. ¿Es que no lo sabes?
¿Quién te ha hecho creer que no eres lo que eres?
¿Alguien te ha moldeado a su gusto?
Es hora de sacarte cosas viejas, cosas que no funcionan ya.
Es hora del cambio y la renovación, es la hora de tu vida,
es el momento de tus sueños, es el tiempo de tu tiempo, porque
no tienes más que una vida. ¡Vívela como tú quisieras!
Vive tu vida, ese cuaderno en el que quedan muchas hojas en blanco
por escribir, colores a inventar en la paleta de tu alma.
¡Recréate!... Vístete nuevamente de felicidad y camina con la frente en alto.
Tú no eres menos que nadie. Nadie puede darte lo que tú no te das.
Búscate en el rostro de un niño, mírate jugando como cuando apenas
mirabas al mundo renacer en cada ilusión de tu infancia.
Vuelve a creer en los reyes magos, en los ángeles, en los duendes del jardín.
Vuelve a tu divina raíz y nútrela otra vez con la ilusión.
No permitas que alguien quiera vivir la vida por ti, porque sabes
que no podrá hacerlo; nunca nadie podrá vivir la vida por ti.
Nunca dos personas podrán ocupar el mismo espacio al mismo tiempo.
Tú eres un precioso instante en la historia del universo, y un espacio
que éste te ha dedicado para que brilles como una estrella y colmes de luz
a las vidas que a ti se acerquen.
¡Ámate!... No permitas que nada ni nadie destruya ese don precioso que brilla dentro de ti.
No permitas que se termine el brillo del amor en tu alma, porque quienes
te han amado tanto, aún con el paso del tiempo, te siguen amando
y deseándote el bien. Házles el homenaje de no permitir que nadie quiera
doblegarte y someterte a su voluntad.
Ámate como ellos te han amado y respétate tú también.
¡Libérate!... Saca tus nudos corporales y muévete. Baila, canta, camina, corre,
mueve tu cuerpo hasta darle mayor fluidez.
A veces las zonas más duras del cuerpo son la materialización de muchas horas
de pensamiento negativo o de trabajo sin placer, rutinas que habrás debido cumplir;
pero que se pueden demoler, ablandar y restaurar.
Libérate de tus miedos ocultos. Libérate y confía siempre en Dios y en ti.
Libérate y empieza a ser un poquito más feliz.
¡Perdónate!... Tal vez algún error pasado no te deje en paz por momentos,
tal vez alguna falta cometida haya sido motivo suficiente para
que te impongas un castigo por el solo proceso consciente de saber
que has cometido un error; pero siempre hay una oportunidad de cambiar,
de corregir y mejorar. Sólo piensa en cómo enmendarlo, en cómo modificar
una situación pasada. Pídele a Dios Su sano consejo para corregir una situación;
decídete a perdonar y a perdonarte. De esa forma, encontrarás
el recto camino a la liberación del alma y la felicidad entrará
por tu puerta como pájaro en un día soleado.
¡Renuévate!... No guardes cosas viejas si no las vas a usar nunca.
Haz un regalo a alguien a quien le gusten esas cosas o véndelas y cómprate
algo mejor, y si no sirven tíralas, porque de nada vale
quedarse atrapado en objetos del ayer.
Tu mayor tesoro es el buen recuerdo; eso nadie te lo podrá quitar.
Y no te olvides de sonreírle a la imagen del espejo, porque de esa manera
aprenderás a desplegar el buen humor, las buenas formas y la simpatía.
Después de todo, el sujeto que llevas dentro de vez en cuando necesita de tu sonrisa
y saber que desde tu conciencia irradias una buena onda hacia afuera,
tanto como la que envías a tu alma. ¡Siempre mejorando y liberándote!
¡Ámate y déjate amar!... Aunque parezca difícil emprender el camino y avanzar,
cuando hayas dado varios pasos estarás nuevamente andando
por el sendero de la felicidad.
Recuérdalo siempre:
¡NUNCA ES TARDE PARA... VOLVER A EMPEZAR!
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