Esto pasa cuando la imaginación es ahogada por
la reflexión de la razón...
Erase una vez un ciempiés que bailaba estupendamente con
sus cien pies. Cuando bailaba, todo los animales del bosque
que se reunían para verlo. Y todos quedaban muy
impresionados con el exquisito baile. Pero había un animal
al que no le gustaba ver bailar al ciempiés.
Era un sapo...
-Qué puedo hacer para que el ciempiés deje de bailar?
Pensó el sapo.. No podía decir simplemente que no le
gustaba el baile. Tampoco podía decir que el mismo bailaba
mejor. Decir algo así no tendría sentido. Entonces concibió un
plan diabólico. Se sentó a escribir una carta al ciempiés:
-Ah, inigualable ciempiés. Soy un devoto admirador de tu
maravillosa forma de bailar. Me encantaría aprender
tu método.
Levanta primero el pie izquierdo número setenta y ocho
y luego el pie derecho número 47?
O empiezas el baile levantando el pie izquierdo número
23 antes de levantar el pie derecho número 18? Espero tu
contestación con mucha ilusión.
Atentamente, el sapo.
Cuando el ciempiés recibió la carta se puso inmediatamente
a pensar en qué era lo que realmente hacía cuando bailaba.
Cuál era el primer pie que movía? Y cuál el siguiente?
Que creen que pasó?
El ciempiés no volvió a bailar jamás.
Fuente: Gssrdener Jostein: `El mundo de Sofía'.