Detrás de cada ventana hay una vida, una historia para contar. Somos tantos millones de personas, cada una con su Ser Interior, que vivimos, respiramos, amamos, sufrimos y que tenemos infinitas historias de vida. Las experiencias sirven, para allanar el camino del que sigue tu mismo rumbo, del que padece tu mismo dolor, el que debe saltar la misma piedra. Aunque dicen que las experiencias son intransferibles y que solo cuando aprendemos la lección, esas malas experiencias dejan de repetirse...solo cuando aprendemos, no antes y depende de cada uno el haber aprendido "eso" que la vida quiere enseñarnos. Espero que mis ventanas sean de utilidad para aquel que va en el camino menos transitado, el que ofrece mas obstáculos, el que en definitiva nos llevara a otro estado de conciencia, para entender y comprender al otro, a nuestro prójimo y así como escuché al pasar y lo hago mío, que mi corazón deje de ser de roca y se vuelva de cristal. Y porque no aprender a conocernos a nosotros mismos, que creo es aún mas difícil. Cada uno tiene su propia ventana para asomarse a la vida, los cristales con los que miramos el mundo y la gente son diferentes, así juzgamos a los otros cuando no sabemos que nuestros cristales no están "limpios" como para poder llegar a entender la "verdad" del otro y solo vemos nuestra verdad. Los vidrios de nuestras propias ventanas a veces se tiñen de resentimiento, de envidia, e celos y nuestros miedos o cualquier otra emoción negativa que hace que no podamos ser objetivos para comprender al otro, nuestro prójimo. Vemos en sus gestos, nuestros propios gestos y no nos gustan, y decimos que es antipático, desagradable, cuando en realidad somos nosotros mismos reflejados en la persona que tenemos enfrente, como en espejo. Abramos nuestras propias ventanas a la vida y que los cristales con que miremos la realidad del mundo sean de amor, de igualdad, de paz, de amistad y así seguro podamos transformar nuestro propio mundo interno y cuando hagamos masa entonces si podremos realizar la utopía de un mundo mejor y con bellas ventanas para mirar tanto el mundo exterior como hacia adentro de nuestros corazones. Asomémonos a nuestra ventana al alma, conozcamos cada rinconcito de ella, aceptemos tanto nuestras virtudes como nuestras miserias, aceptemos esa sombra que todos tenemos que es donde depositamos todo aquello que no aceptamos de nuestro prójimo sin darnos cuenta que en realidad lo que no aceptamos es esa parte de nosotros que no nos gusta y que es propio. Seamos sinceros con nosotros mismos, y cada vez, nuestros cristales serán mas claros y podremos observar mejor la realidad.
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