Devuélveme entonces ese tiempo en el que yo estaba aún en
formación, cuando nacía siempre un manantial de cantos que
salían en tumulto; cuando la niebla me velaba el mundo
y los brotes prometían milagros; cuando cortaba
las mil flores que llenaban todos los valles de riqueza.
No tenía nada y, sin embargo, nada me faltaba:
el anhelo de verdad y el placer por la alucinación.
Devuélveme el empuje desatado,
la profunda y dolorosa alegría,
la fuerza del odio y el poder del amor,
¡devuélveme mi juventud!
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